jueves, 29 de octubre de 2015

Controversia en la Universidad de Murcia


Artículo de opinión (Carlos Álvarez Berlana)
electrosensiblesderechosalud.org

EL DEBATE ELECTROMAGNÉTICO QUE NO CESA

José Caselles, profesor titular de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia, miembro de la Plataforma Estatal Contra la Contaminación electromagnética, electrosensible y socio de Electrosensibles por el Derecho a la Salud realizó una propuesta para convertir el campus de su universidad en un espacio más seguro para la salud desde el punto de vista electromagnético, que fue debatida en la junta de su facultad en Octubre del 2013 y trasladada al Comité de seguridad y salud de la Universidad, así como al Defensor del universitario. Parte del contenido de dicha propuesta se hizo público por medio de un artículo aparecido en 2014 en la revista Bioderecho [1] bajo el titulo “¿Servicio tecnológico a cualquier precio?”, en el que se denunciaba la instalación de antenas base dentro del recinto universitario sin un debate previo sobre el tema y sin tener en cuenta las consideraciones acerca del riesgo asumidas desde años atrás por el Comité de seguridad y salud, toda vez que además la cobertura de telefonía móvil dentro del campus estaba garantizada por las antenas base de sus alrededores; y proponía entre otras cosas la creación de zonas de sombra y la sustitución del wifi por conexiones vía cable. La propuesta de José Caselles contaba con unas mediciones realizadas por él mismo en las que encontraba valores superiores a los que figuraban en el último informe técnico –IdSa- efectuado en 2013 sobre emisiones electromagnéticas de radiofrecuencias. Estos niveles de intensidad electromagnética en el interior del campus aunque dentro de los establecidos en la reglamentación española estaban no obstante en varios lugares del recinto miles de veces por encima de los recomendados por informes científicos como el Bioinitiative y el Panel Seletum o los adoptadas como referencia en la ciudad de Salzburgo. Tras el traslado de la propuesta al Comité de salud y seguridad de la Universidad el Vicerrector de Infraestructura decidió crear a principios de Mayo del 2015 el Comité de emisión electromagnética y salud de la Universidad de Murcia; formado por Alberto Torres, catedrático de medicina preventiva y salud pública; José Margineda, catedrático de electromagnetismo; Santiago Torres, catedrático de genética y microbiología; Antonio Manuel Martínez, profesor titular de teoría de la señal y las comunicaciones; y Francisco Solano, catedrático de bioquímica [2].

Según la página del Rectorado de infraestructuras de la UM, en la que se informa de la creación del Comité de emisión electromagnética, éste tiene como función analizar el grado de exposición en la institución, proponer medidas al respecto y garantizar la inocuidad de las instalaciones que sean fuentes radioeléctricas en el centro. Al menos esa es la finalidad que dice tener el Comité de emisión electromagnética. La realidad que nos encontramos choca con esta manifestación de intenciones. Las opiniones expresadas por sus miembros y las conclusiones que exponen coinciden con las mantenidas por la industria de las comunicaciones inalámbricas sin apenas un rastro de una visión integradora de todo el conocimiento científico actual disponible, ni un margen para la duda. Las conclusiones del Comité de emisión electromagnética y salud son que no hay riesgo y por tanto vienen a defender las infraestructuras existentes que usan campos electromagnéticos dentro de la UM. La voz de este Comité concuerda con la voz de la industria cuando defiende la inocuidad de las microondas de telefonía y otros sistemas inalámbricos o niega su relación con la electrohipersensibilidad.

Mes y medio después de su creación, el 24 de Junio, el Comité de emisión electromagnética de la UM realiza un avance de sus conclusiones en un acto al que invita a María Neira, directora de Salud y medioambiente de la OMS. En una intervención de Alberto Torres como miembro del Comité se afirma haber revisado minuciosamente documentación de diverso origen y haber comprobado que las mediciones están muy por debajo de lo marcado por organismos nacionales e internacionales. La conclusión a la que llega el Comité es que después de haber tenido en cuenta organizaciones acreditadas que puedan resultar creíbles, como la OMS, la IARC, la ICNIRP, el instituto del cáncer de los Estados Unidos, no se ha podido demostrar ningún efecto en la salud humana de los campos electromagnéticos en los niveles de intensidad de la reglamentación española.

Resulta paradójico que el Comité de emisión electromagnética de la UM cite a la IARC para afirmar su seguridad cuando este organismo clasificó los CEM de radiofrecuencia como Posible carcinógeno en humanos [3]. Parte de la intervención de María Neira estuvo destinada a restar valor a dicha clasificación sin tener en consideración que la IARC no tuvo en cuenta algunos estudios más concluyentes acerca del riesgo y que expertos de la propia IARC manifestaron su desacuerdo con dicha clasificación solicitando que fuera categoría A o carcinógeno conocido en humanos [4]. Consideramos que no se ajusta a la verdad decir que las mediciones de la UM están muy por debajo de lo marcado por instituciones nacionales e internacionales cuando hay resoluciones de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, informes, comisiones de expertos y paneles científicos con integrantes de sobrado prestigio en el campo del bioelectromagnetismo que solicitan niveles de emisión miles de veces por debajo de los estipulados en España y detectados en el recinto de la UM. Nos estamos refiriendo a la resolución 1815 de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa [5], el informe Bioinitiative [6], la ICEMS [7] o el Panel Seletum [8], que no han sido tenidos en cuenta por el Comité de emisión electromagnética de la UM, algo que no nos debería extrañar si considera que el Instituto del Cáncer de los estados Unidos es una institución creíble al defender la no relación de los campos electromagnéticos con el cáncer apoyándose en el Estudio de Cohortes danés que ha sido duramente criticado por sus problemas de sesgo y de planteamiento [9].

El acto celebrado el 24 de Junio y presidido por el Rector de la Universidad en el que el Comité de emisión electromagnética de la UM adelantó sus conclusiones, fue abierto con una ponencia de María Neira, directora de Salud pública y medio ambiente de la OMS. La intervención comenzó con la distinción entre radiaciones ionizantes y no-ionizantes que suele ser habitual entre quienes defienden la inocuidad de los campos electromagnéticos de telefonía y sistemas wifi, para defender la inocuidad de estas últimas. Hay sin embargo expertos en bioelectromagnetismo y en salud que consideran que esta diferenciación no resulta suficiente, pues los campos no-ionizantes también producen importantes efectos biológicos como la rotura del ADN, como se pudo demostrar por medio del proyecto Reflex. Según algunas investigaciones uno de los mecanismos podría ser el desplazamiento de iones en los canales celulares consecuencia de las resonancias e inducción de microcorrientes producidas por la energía de los campos electromagnéticos [10] [11] [12]. A continuación María Neira realizó la diferenciación entre evidencia y percepción de riesgo. La Percepción de riesgo es algo que suelen referir los defensores del punto de vista de las compañías de telecomunicaciones, dando a entender que el problema consiste en la preocupación ante las antenas y no en el hecho de que haya evidencias de que estas emiten un agente contaminante con efectos perjudiciales para la salud. Tras hacer un discurso político retórico acerca de la OMS como foro integrador del conocimiento científico, María Neira, concluyó que el punto de vista de esta institución es que no se había probado la relación entre los campos electromagnéticos y el “fenómeno notificado por los propios pacientes” de hipersensibilidad electromagnética, y que “en los muy bajos niveles de muy débiles señales” no había ninguna prueba de que estas tengan efectos para la salud.

Si no se tratase de la salud y del sufrimiento de las personas podríamos tomar con humor la intervención de María Neira en el acto de presentación de sus conclusiones del Comité de emisión electromagnética de la UM. Con descaro la responsable de Salud y medioambiente de la OMS dijo que a su institución no le importaría enfrentarse a las compañías multinacionales mientras repetía punto por punto el discurso manipulador de la industria.

Hemos de decir que al menos hasta la fecha la OMS no ha mantenido una posición independiente en relación al tema de los peligros para la salud de los campos electromagnéticos. La postura de la Organización adjunta de la ONU ha tenido como referencia la Internacional Commission on Non-Ionizing Radiation Protection –ICNIRP- que fue creada por Michael Repacholi en el año 92. Michael Repacholi fue al mismo tiempo presidente de la ICNIRP y responsable de Campos electromagnéticos de la OMS. La ICNIRP ha mantenido la postura de que los únicos efectos para los campos electromagnéticos en sus niveles de intensidad propuestos, que son los que están en vigor en países como España, son los térmicos. Este postulado teórico, acerca de que no hay más efectos para los campos electromagnéticos que el calentamiento de los tejidos, la ICNIRP lo tomó del Institute of Electrical and Electronics Engineers –IEEE- de los Estados Unidos, que a su vez lo adoptó de los planteamientos militares respecto de la seguridad de sus trabajadores especialmente de radar. Sin embargo, en la actualidad hay miles de estudios científicos que constatan efectos biológicos, bioquímicos y fisiológicos, diferentes de los térmicos en niveles incluso muy inferiores al de las reglamentaciones propuestas por la ICNIRP [13] [14]. Esta postura de la ICNIRP de negar multitud de investigaciones que demuestran efectos no térmicos ha sido muy criticada por un buen número de expertos en bioelectromagnetismo, alguno de ellos adscrito al organismo de protección radiológica de Rusia, país con larga tradición en este área de conocimiento [15] [16] [17].

Efectivamente podemos considerar que desde el punto de vista científico la EHS  -electrohipersensibilidad- aún es objeto de estudio. Pero decir que no se ha demostrado que el fenómeno autodenominado EHS esté causado por los CEM es manipular la hechos. Hay alteraciones fisiológicas relacionadas con los síntomas detectados objetivamente ante las exposiciones como demuestran investigadores como Olle Johansson [18] en Suecia o Magda Havas [19] [20] en Canadá; hay estudios de provocación y de variables objetivas que corroboran la EHS, como los realizados por Ceferino Maestu en España –aún por publicar- y Dominique Belpomme en Francia [21] [22]; hay estudios epidemiológicos que relacionan la cercanía de las antenas con síntomas asociados a la EHS [23] [24] [25] [26] [27] [28]. La postura de la OMS al respecto de la EHS data de un seminario celebrado en Praga en 2004 dirigido por Michael Repacholi y con Anders Alhbom como responsable de epidemiología del que se trató de dejar fuera a Olle Johasson que finalmente logró asistir aunque sus trabajos no fueron tenidos en cuenta [29]. Michael Repacholi abandonó la OMS en 2006 tras salir a la luz que había estado recibiendo financiación irregular procedente de la industria [30] [31]. Anders Alhbom fue excluido del panel de la IARC en 2011 al conocerse sus vínculos con empresas de telefonía [32]. Las revisiones de estudios de provocación de James Rubin aducidas por la OMS no cumplen unos mínimos criterios de diseño [33] [34], están bajo sospecha de sesgo y no ofrecen datos que puedan interpretarse en el sentido de la no existencia de la EHS como trastorno asociado a los campos electromagnéticos. James Rubin ha trabajado como perito en defensa de las compañías de telecomunicaciones y ha recibido financiación de la industria para sus investigaciones [35].

María Neira afirmó en su intervención en el acto de la UM que la OMS sigue velando por nuestra seguridad, que ahora tenemos una gran muestra de usuarios y que las demostraciones epidemiológicas serán inevitables. Lo que no dijo es que ya no hay prácticamente un grupo de control en esta nube electromagnética en la que vivimos que garantice la diferenciación de las variables. Los estudios a largo plazo que están puestos en marcha por la OMS como COSMOS o CEFALO están en manos de investigadores como María Feychting y Anders Alhbom que han mantenido posiciones de negación de cualquier efecto en la salud de los CEM y que están siendo financiados por las compañías de teléfonos [36]. Estos estudios epidemiológicos están diseñados y tienen como finalidad legitimar a las compañías teleoperadoras. COSMOS y CEFALO es poco probable que vayan a encontrar efectos y si los encuentran habrá una ola de críticas que los invalide científicamente. Dentro de 20 años cuando la verdad ya no se pueda esconder por más tiempo la OMS cambiará de opinión y dirá que es una pena no haberse dado cuenta antes de que los CEM son un factor de riesgo importante en el desarrollo de ciertos tipos de cáncer, que están relacionados con enfermedades neurodegenerativas, y son la causa de la electrohipersensibilidad. Dentro de 20 años cuando los responsables de las compañías de telecomunicaciones se den cuenta de que pueden seguir con su negocio sin pasar por encima de la salud, nos venderán una telefonía móvil segura, pero se seguirá sin querer asumir responsabilidades por el sufrimiento de las personas con electrohipersensibilidad.

Podemos considerar que lo que está ocurriendo en la Universidad de Murcia no es muy diferente de lo que esté sucediendo en otras universidades e instituciones españolas, poniendo en marcha infraestructuras para las telecomunicaciones inalámbricas por radiofrecuencias sin tener en cuenta sus riesgos para la salud. Mientras que no haya voces que alerten acerca del peligro de este tipo de tecnologías se seguirán pagando las consecuencias por medio de un aumento de ciertas enfermedades y de un descenso en el rendimiento y el bienestar de alumnos y trabajadores. Cuando surjan personas que intenten aportar información relevante e impulsar un debate sobre estos aspectos fundamentales del funcionamiento de la institución, nos vamos a encontrar con Comités de expertos que en nombre de la ciencia transmitan una versión de los hechos cercana a los intereses de las compañías de telecomunicaciones, negando la información científica independiente y con actitudes de desconsideración hacia las personas electrosensibles. Tenemos que agradecer los esfuerzos de nuestros compañeros en la Universidad de Murcia José Caselles y M del Mar Rosa que a pesar de ser acusados de alarmistas han mantenido un debate que servirá para crear conciencia respecto a los abusos que se están cometiendo con esta nueva forma de contaminación –electromagnética- que no se ve pero que sin embargo tiene demostrados efectos negativos para la salud de las personas.

Carlos Alvarez Berlana.
Electro y Químico Sensibles por el Derecho a la Salud.

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