Artículo de opinión (Carlos Álvarez Berlana)
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EL DEBATE ELECTROMAGNÉTICO QUE NO CESA
José Caselles, profesor titular de la
Facultad de Educación de la Universidad de Murcia, miembro de la
Plataforma Estatal Contra la Contaminación electromagnética,
electrosensible y socio de Electrosensibles por el Derecho a la Salud
realizó una propuesta para convertir el campus de su universidad en un
espacio más seguro para la salud desde el punto de vista
electromagnético, que fue debatida en la junta de su facultad en Octubre
del 2013 y trasladada al Comité de seguridad y salud de la Universidad,
así como al Defensor del universitario. Parte del contenido de dicha
propuesta se hizo público por medio de un artículo aparecido en 2014 en
la revista Bioderecho [1]
bajo el titulo “¿Servicio tecnológico a cualquier precio?”, en el que
se denunciaba la instalación de antenas base dentro del recinto
universitario sin un debate previo sobre el tema y sin tener en cuenta
las consideraciones acerca del riesgo asumidas desde años atrás por el
Comité de seguridad y salud, toda vez que además la cobertura de
telefonía móvil dentro del campus estaba garantizada por las antenas
base de sus alrededores; y proponía entre otras cosas la creación de
zonas de sombra y la sustitución del wifi por conexiones vía cable. La
propuesta de José Caselles contaba con unas mediciones realizadas por él
mismo en las que encontraba valores superiores a los que figuraban en
el último informe técnico –IdSa- efectuado en 2013 sobre emisiones
electromagnéticas de radiofrecuencias. Estos niveles de intensidad
electromagnética en el interior del campus aunque dentro de los
establecidos en la reglamentación española estaban no obstante en varios
lugares del recinto miles de veces por encima de los recomendados por
informes científicos como el Bioinitiative y el Panel Seletum o los
adoptadas como referencia en la ciudad de Salzburgo. Tras el traslado de
la propuesta al Comité de salud y seguridad de la Universidad el
Vicerrector de Infraestructura decidió crear a principios de Mayo del
2015 el Comité de emisión electromagnética y salud de la Universidad de
Murcia; formado por Alberto Torres, catedrático de medicina preventiva y
salud pública; José Margineda, catedrático de electromagnetismo;
Santiago Torres, catedrático de genética y microbiología; Antonio Manuel
Martínez, profesor titular de teoría de la señal y las comunicaciones; y
Francisco Solano, catedrático de bioquímica [2].
Según la página del Rectorado de
infraestructuras de la UM, en la que se informa de la creación del
Comité de emisión electromagnética, éste tiene como función analizar el
grado de exposición en la institución, proponer medidas al respecto y
garantizar la inocuidad de las instalaciones que sean fuentes
radioeléctricas en el centro. Al menos esa es la finalidad que dice
tener el Comité de emisión electromagnética. La realidad que nos
encontramos choca con esta manifestación de intenciones. Las opiniones
expresadas por sus miembros y las conclusiones que exponen coinciden con
las mantenidas por la industria de las comunicaciones inalámbricas sin
apenas un rastro de una visión integradora de todo el conocimiento
científico actual disponible, ni un margen para la duda. Las
conclusiones del Comité de emisión electromagnética y salud son que no
hay riesgo y por tanto vienen a defender las infraestructuras existentes
que usan campos electromagnéticos dentro de la UM. La voz de este
Comité concuerda con la voz de la industria cuando defiende la inocuidad
de las microondas de telefonía y otros sistemas inalámbricos o niega su
relación con la electrohipersensibilidad.
Mes y medio después de su creación,
el 24 de Junio, el Comité de emisión electromagnética de la UM realiza
un avance de sus conclusiones en un acto al que invita a María Neira,
directora de Salud y medioambiente de la OMS. En una intervención de
Alberto Torres como miembro del Comité se afirma haber revisado
minuciosamente documentación de diverso origen y haber comprobado que
las mediciones están muy por debajo de lo marcado por organismos
nacionales e internacionales. La conclusión a la que llega el Comité es
que después de haber tenido en cuenta organizaciones acreditadas que
puedan resultar creíbles, como la OMS, la IARC, la ICNIRP, el instituto
del cáncer de los Estados Unidos, no se ha podido demostrar ningún
efecto en la salud humana de los campos electromagnéticos en los niveles
de intensidad de la reglamentación española.
Resulta paradójico que el Comité de
emisión electromagnética de la UM cite a la IARC para afirmar su
seguridad cuando este organismo clasificó los CEM de radiofrecuencia
como Posible carcinógeno en humanos [3].
Parte de la intervención de María Neira estuvo destinada a restar valor
a dicha clasificación sin tener en consideración que la IARC no tuvo en
cuenta algunos estudios más concluyentes acerca del riesgo y que
expertos de la propia IARC manifestaron su desacuerdo con dicha
clasificación solicitando que fuera categoría A o carcinógeno conocido
en humanos [4].
Consideramos que no se ajusta a la verdad decir que las mediciones de
la UM están muy por debajo de lo marcado por instituciones nacionales e
internacionales cuando hay resoluciones de la Asamblea Parlamentaria del
Consejo de Europa, informes, comisiones de expertos y paneles
científicos con integrantes de sobrado prestigio en el campo del
bioelectromagnetismo que solicitan niveles de emisión miles de veces por
debajo de los estipulados en España y detectados en el recinto de la
UM. Nos estamos refiriendo a la resolución 1815 de la Asamblea
Parlamentaria del Consejo de Europa [5], el informe Bioinitiative [6], la ICEMS [7] o el Panel Seletum [8],
que no han sido tenidos en cuenta por el Comité de emisión
electromagnética de la UM, algo que no nos debería extrañar si considera
que el Instituto del Cáncer de los estados Unidos es una institución
creíble al defender la no relación de los campos electromagnéticos con
el cáncer apoyándose en el Estudio de Cohortes danés que ha sido
duramente criticado por sus problemas de sesgo y de planteamiento [9].
El acto celebrado el 24 de Junio y
presidido por el Rector de la Universidad en el que el Comité de emisión
electromagnética de la UM adelantó sus conclusiones, fue abierto con
una ponencia de María Neira, directora de Salud pública y medio ambiente
de la OMS. La intervención comenzó con la distinción entre radiaciones
ionizantes y no-ionizantes que suele ser habitual entre quienes
defienden la inocuidad de los campos electromagnéticos de telefonía y
sistemas wifi, para defender la inocuidad de estas últimas. Hay sin
embargo expertos en bioelectromagnetismo y en salud que consideran que
esta diferenciación no resulta suficiente, pues los campos no-ionizantes
también producen importantes efectos biológicos como la rotura del ADN,
como se pudo demostrar por medio del proyecto Reflex. Según algunas
investigaciones uno de los mecanismos podría ser el desplazamiento de
iones en los canales celulares consecuencia de las resonancias e
inducción de microcorrientes producidas por la energía de los campos
electromagnéticos [10] [11] [12].
A continuación María Neira realizó la diferenciación entre evidencia y
percepción de riesgo. La Percepción de riesgo es algo que suelen referir
los defensores del punto de vista de las compañías de
telecomunicaciones, dando a entender que el problema consiste en la
preocupación ante las antenas y no en el hecho de que haya evidencias de
que estas emiten un agente contaminante con efectos perjudiciales para
la salud. Tras hacer un discurso político retórico acerca de la OMS como
foro integrador del conocimiento científico, María Neira, concluyó que
el punto de vista de esta institución es que no se había probado la
relación entre los campos electromagnéticos y el “fenómeno notificado
por los propios pacientes” de hipersensibilidad electromagnética, y que
“en los muy bajos niveles de muy débiles señales” no había ninguna
prueba de que estas tengan efectos para la salud.
Si no se tratase de la salud y del
sufrimiento de las personas podríamos tomar con humor la intervención de
María Neira en el acto de presentación de sus conclusiones del Comité
de emisión electromagnética de la UM. Con descaro la responsable de
Salud y medioambiente de la OMS dijo que a su institución no le
importaría enfrentarse a las compañías multinacionales mientras repetía
punto por punto el discurso manipulador de la industria.
Hemos de decir que al menos hasta la
fecha la OMS no ha mantenido una posición independiente en relación al
tema de los peligros para la salud de los campos electromagnéticos. La
postura de la Organización adjunta de la ONU ha tenido como referencia
la Internacional Commission on Non-Ionizing Radiation Protection
–ICNIRP- que fue creada por Michael Repacholi en el año 92. Michael
Repacholi fue al mismo tiempo presidente de la ICNIRP y responsable de
Campos electromagnéticos de la OMS. La ICNIRP ha mantenido la postura de
que los únicos efectos para los campos electromagnéticos en sus niveles
de intensidad propuestos, que son los que están en vigor en países como
España, son los térmicos. Este postulado teórico, acerca de que no hay
más efectos para los campos electromagnéticos que el calentamiento de
los tejidos, la ICNIRP lo tomó del Institute of Electrical and
Electronics Engineers –IEEE- de los Estados Unidos, que a su vez lo
adoptó de los planteamientos militares respecto de la seguridad de sus
trabajadores especialmente de radar. Sin embargo, en la actualidad hay
miles de estudios científicos que constatan efectos biológicos,
bioquímicos y fisiológicos, diferentes de los térmicos en niveles
incluso muy inferiores al de las reglamentaciones propuestas por la
ICNIRP [13] [14].
Esta postura de la ICNIRP de negar multitud de investigaciones que
demuestran efectos no térmicos ha sido muy criticada por un buen número
de expertos en bioelectromagnetismo, alguno de ellos adscrito al
organismo de protección radiológica de Rusia, país con larga tradición
en este área de conocimiento [15] [16] [17].
Efectivamente podemos considerar que
desde el punto de vista científico la EHS -electrohipersensibilidad-
aún es objeto de estudio. Pero decir que no se ha demostrado que el
fenómeno autodenominado EHS esté causado por los CEM es manipular la
hechos. Hay alteraciones fisiológicas relacionadas con los síntomas
detectados objetivamente ante las exposiciones como demuestran
investigadores como Olle Johansson [18] en Suecia o Magda Havas [19] [20]
en Canadá; hay estudios de provocación y de variables objetivas que
corroboran la EHS, como los realizados por Ceferino Maestu en España
–aún por publicar- y Dominique Belpomme en Francia [21] [22]; hay estudios epidemiológicos que relacionan la cercanía de las antenas con síntomas asociados a la EHS [23] [24] [25] [26] [27] [28].
La postura de la OMS al respecto de la EHS data de un seminario
celebrado en Praga en 2004 dirigido por Michael Repacholi y con Anders
Alhbom como responsable de epidemiología del que se trató de dejar fuera
a Olle Johasson que finalmente logró asistir aunque sus trabajos no
fueron tenidos en cuenta [29].
Michael Repacholi abandonó la OMS en 2006 tras salir a la luz que había
estado recibiendo financiación irregular procedente de la industria [30] [31]. Anders Alhbom fue excluido del panel de la IARC en 2011 al conocerse sus vínculos con empresas de telefonía [32]. Las revisiones de estudios de provocación de James Rubin aducidas por la OMS no cumplen unos mínimos criterios de diseño [33] [34],
están bajo sospecha de sesgo y no ofrecen datos que puedan
interpretarse en el sentido de la no existencia de la EHS como trastorno
asociado a los campos electromagnéticos. James Rubin ha trabajado como
perito en defensa de las compañías de telecomunicaciones y ha recibido
financiación de la industria para sus investigaciones [35].
María Neira afirmó en su
intervención en el acto de la UM que la OMS sigue velando por nuestra
seguridad, que ahora tenemos una gran muestra de usuarios y que las
demostraciones epidemiológicas serán inevitables. Lo que no dijo es que
ya no hay prácticamente un grupo de control en esta nube
electromagnética en la que vivimos que garantice la diferenciación de
las variables. Los estudios a largo plazo que están puestos en marcha
por la OMS como COSMOS o CEFALO están en manos de investigadores como
María Feychting y Anders Alhbom que han mantenido posiciones de negación
de cualquier efecto en la salud de los CEM y que están siendo
financiados por las compañías de teléfonos [36].
Estos estudios epidemiológicos están diseñados y tienen como finalidad
legitimar a las compañías teleoperadoras. COSMOS y CEFALO es poco
probable que vayan a encontrar efectos y si los encuentran habrá una ola
de críticas que los invalide científicamente. Dentro de 20 años cuando
la verdad ya no se pueda esconder por más tiempo la OMS cambiará de
opinión y dirá que es una pena no haberse dado cuenta antes de que los
CEM son un factor de riesgo importante en el desarrollo de ciertos tipos
de cáncer, que están relacionados con enfermedades neurodegenerativas, y
son la causa de la electrohipersensibilidad. Dentro de 20 años cuando
los responsables de las compañías de telecomunicaciones se den cuenta de
que pueden seguir con su negocio sin pasar por encima de la salud, nos
venderán una telefonía móvil segura, pero se seguirá sin querer asumir
responsabilidades por el sufrimiento de las personas con
electrohipersensibilidad.
Podemos considerar que lo que está
ocurriendo en la Universidad de Murcia no es muy diferente de lo que
esté sucediendo en otras universidades e instituciones españolas,
poniendo en marcha infraestructuras para las telecomunicaciones
inalámbricas por radiofrecuencias sin tener en cuenta sus riesgos para
la salud. Mientras que no haya voces que alerten acerca del peligro de
este tipo de tecnologías se seguirán pagando las consecuencias por medio
de un aumento de ciertas enfermedades y de un descenso en el
rendimiento y el bienestar de alumnos y trabajadores. Cuando surjan
personas que intenten aportar información relevante e impulsar un debate
sobre estos aspectos fundamentales del funcionamiento de la
institución, nos vamos a encontrar con Comités de expertos que en nombre
de la ciencia transmitan una versión de los hechos cercana a los
intereses de las compañías de telecomunicaciones, negando la información
científica independiente y con actitudes de desconsideración hacia las
personas electrosensibles. Tenemos que agradecer los esfuerzos de
nuestros compañeros en la Universidad de Murcia José Caselles y M del
Mar Rosa que a pesar de ser acusados de alarmistas han mantenido un
debate que servirá para crear conciencia respecto a los abusos que se
están cometiendo con esta nueva forma de contaminación
–electromagnética- que no se ve pero que sin embargo tiene demostrados
efectos negativos para la salud de las personas.
Carlos Alvarez Berlana.
Electro y Químico Sensibles por el Derecho a la Salud.