martes, 19 de noviembre de 2013

Clinical non-psychological relation between EMF and perceived symptoms

      Inauguro hoy un apartado de mi blog, el de artículos científicos traducidos (inglés-castellano), que espero ir cumplimentando en la medida de mis posibilidades. 
Os dejo la traducción del artículo:
Hipersensibilidad electromagnética: evidencia de un nuevo síndrome neurológico / Electromagnetic hypersensitivity: evidence for a novel neurological syndrome, escrito colectivo, publicado por la revista internacional Neurociencia
Me encantaría que este trabajo de traducción tuviese utilidad práctica y que las traducciones pudieran llegar a manos de los médicos que las necesitasen, facilitando o promoviendo futuros diagnósticos de personas electrosensibles. Si no llega la cosa a tanto, espero que sirvan para que afectados de electrosensibilidad puedan informase bien, en textos de referencia y de probada calidad científica, en castellano, y que con ello sepan, por ejemplo, que los síntomas que padeden están científicamente JUSTIFICADOS. Y que, como defiende este artículo, no tienen fundamento en procesos psicológicos.

Antes de colgar el texto, os avanzo una parte de la conclusión: 

"El campo eléctrico exterior resultó en un campo eléctrico interno inducido en el cerebro en concordancia con leyes físicas. La fuerza del campo eléctrico cerebral inducido fue comparable al inducido por la energía de frecuencia de los campos eléctricos y magnéticos ambientales." (...)
"Nosotros, por lo tanto, concluimos con un nivel razonable de certeza que la asociación causal que encontramos entre la presencia de CEM y los síntomas del sujeto estaba mediada por un proceso neuronal subconsciente."

(We therefore conclude with a reasonable level of certainty that the causal association we found between the presence of the EMF and the subject’s symtpoms was mediated by a subconscious neural process)  

El texto original lo podéis encontrar aquí.

Advierto que, por falta de tiempo, traduzco sólo el texto del artículo. No he añadido las referencias y por supuesto no he podido reproducir las tablas de información que van asociadas al mismo. Por lo que, todo aquel que necesite hacer un uso exacto de los datos y las referencias, necesita descargarse el texto original y manejar las dos versiones. 

Me comprometo públicamente con un nivel de corrección aceptable de la traducción. He buscado y consultado términos y expresiones científicos determinados. Aún así, pido que se tenga por una traducción personal, amateur, aunque formada. (Mi nivel de inglés se corresponde con un C2, Advanced de Cambridge). Y, por supuesto, pido disculpas si se encuentra alguna incorrección.



Hipersensibilidad electromagnética: evidencia de un nuevo síndrome neurológico
David E. McCarty, M.D., Simona Carrubba, Ph.D., Andrew L.
Chesson, Jr., M.D., Clifton Frilot, II, Ph.D., Eduardo GonzalezToledo,
M.D., Andrew A. Marino, Ph.D.

doi:10.3109/00207454.2011.608139
RESUMEN
Objetivo: Buscamos evidencia directa de que la exposición a la fuerza ambiental de campos electromagnéticos puede inducir reacciones somáticas (hipersensibilidad a CEM).
Métodos: El sujeto, una mujer física de profesión autodiagnosticada con hipersensibilidad
a CEM, fue expuesta (sobre su cabeza) a un campo eléctrico de 300V/, con una media de 60Hz (comparable a la fuerza ambiental típica de un campo electromagnético) durante una provocación controlada así como a estudio del comportamiento.
Resultados: En un procedimiento de provocación de un campo electromagnético con doble ciego específicamente diseñado para minimizar claves sensoriales no intencionadas, el sujeto desarrolló dolor temporal, dolor de cabeza, espasmos musculares y arritmias después de 100 segundos iniciada la exposición a CEM (P < 0.05). Los síntomas fueron causados principalmente por transiciones de campo (offon, onoff) más que por la presencia del campo, como se evaluó mediante la comparación de la frecuencia y la severidad de los efectos de los campos pulsante y continuo en relación con la exposición simulado. El sujeto no tuvo percepción consciente del campo, a juzgar por su incapacidad para informar de su presencia con más frecuencia que de el control simulado.
Discusión: el sujeto ha demostrado que se dan reacciones somáticas estadísticamente fiables en respuesta a la exposición a CEM subliminales en condiciones que razonablemente excluyen el rol causal de procesos psicológicos.
Conclusión: la hipersensibilidad a CEM puede ocurrir como un síndrome neurológico genuino (bona fide) ambientalmente inducido.

INTRODUCCIÓN
Los campos electromagnéticos producidos por el hombre, como los de los teléfonos móviles, líneas de alta tensión u ordenadores, están por todas partes en distintos entornos y lugares de trabajo. Alrededor del 3-5% de la población asocia subjetivamente la exposición aguda o no a variaciones de funciones con respecto a la media o sensaciones  (hipersensibilidad a CEM) [1, 2]. La prevalencia del autodiagnóstico de hipersensibilidad a campos electromagnéticos ha sido frecuentemente atribuida a desórdenes de somatización [3, 4].
Una base no psicológica para la hipersensibilidad a CEM fue provista por el descubrimiento de la capacidad de los seres humanos para detectar campos electromagnéticos débiles, tal y como fue evidenciado por la concurrencia de potenciales cerebrales de encendido y apagado de campos [5], y la inducción de cambios de estado en la actividad eléctrica del cerebro que persistían durante la presencia del campo [6]. El mecanismo subyacente de transducción sensorial de campo parece ser una fuerza eléctrica sensible como canal de iones [7]. Estudios animales sugieren que las células electroreceptoras y/o aferentes están localizadas en el tronco cerebral [8, 9].
A pesar de la evidencia fisiológica y biofísica que podría explicar al menos algunos casos de respuestas somáticas humanas a CEM sin invocar a procesos fisiológicos [5-9], carecemos de evidencia directa de hipersensibilidad a CEM no psicológica. Nuestra intención es determinar si campos electromagnéticos pueden producir respuestas sintomáticas en un sujeto supuestamente (putativamente) hipersensible, controlando la casualidad, la confusión y la somatización.
MÉTODOS
Sujeto
En el contexto de los actuales estudios humanos, animales y biofísicos en torno a la transducción sensorial de CEM en nuestro laboratorio, contactó con nosotros una mujer de 35 años de edad, física de profesión, con múltiples síntomas neurológicos y somáticos incluyendo dolores de cabeza, perturbaciones visuales y auditivas, perturbaciones subjetivas del sueño y sueño no restaurativo, dolores musculares y de huesos todo lo cuál ella aducía había sido precipitado por exposición a CEM y “superado” mediante el aislamiento de ese campo. Entre las fuentes de activación ambiental que ella identificó se encontraban teléfonos móviles, ordenadores, líneas eléctricas, y otros aparatos eléctricos comunes. Durante extensas entrevistas, ella explicó de forma creíble las razones que sustentaban su crecencia de que los CEM de fuentes ambientalmente comunes podían provocar sus síntomas.
Después de estar de acuerdo con pasar exámenes médicos apropiados para evaluar su estado médico, fue admitida como paciente del servicio de neurología y pasó un examen físico, incluyendo un amplio chequeo neurológico, un electroencefalograma clínico, una imagen cerebral por medio de resonancia magnética sin contraste, un estudio nocturno del sueño (con video y electroencefalograma) en el que el polisomnograma resultante fue marcado/puntuado en concordancia con normas estandarizadas [10], una evaluación de electrolitos séricos y química sanguínea realizada por un laboratorio estándar, tests de función hepática, cortisol sérico en ayunas, conteo sanguíneo completo, y evaluaciones directas de su sensibilidad a CEM en series de campos provocados y estudio de comportamiento (véase abajo). La junta de revisión institucional del Centro de Ciencias de la Salud LSU aprobó todos los procedimiento experimentales y el sujeto dio su consentimiento por escrito.
Exposición a CEM
El sujeto tomó asiento en una confortable silla de madera con los ojos cerrados, y recibió campos eléctricos uniaxial 60 Hz (a menos que se mencione otro dato) sinusoidal generados por medio de aplicación de un voltaje a platos metálicos paralelos de 49cm cuadrados separados por 36 cm (figura 1). El equipo que controlaba el campo estaba situado fuera del alcance visual del sujeto y no emitió estímulos ni visuales ni auditivos. El campo eléctrico de fondo (el campo presente con independencia de si se aplicaba o no voltaje a las placas) era de 1V/m a través de la región ocupada por el sujeto (HI-3603, Holaday, Eden Prairie, MN, USA). La disposición de los platos no producía campos magnéticos. El campo magnético de fondo continuamente presente de 60 Hz era de 0.1mG y el campo geomagnético era 599.8mG, 68.4 grados bajo el componente horizontal (componente a lo largo de la dirección del campo aplicado, 360.5mG) (MAG-03, Bartington, GMW, Tewood City, CA, USA). Las señales de alta frecuencia provenientes de torres de telefonía y otras antenas distantes (1-10GHz) eran menores de 0.1 microW/cm2 (los campos de fondo de las habitaciones de estudio del sueño eran similares) (Sprectran, Aaronia, Euscheid, Germany).
En los estudios de provocación, el campo eléctrico fue aplicado en intervalos de 100 segundos con un ciclo de trabajo del 50% y una tasa de repetición de 10 Hz, lo cual dio como resultado pulsos de campos alternos encendido-apagado de 100 ms (campo pulsado); se utilizó un campo continuo  (ciclo de trabajo del 100%) en uno de los estudios de provocación. El ciclo de trabajo, la estructura de pulso y la duración de intervalo fueron regulados por un microcontrolador programado para producir las señales deseadas. Cuando el ciclo de trabajo fue del 50% el estímulo CEM real consistió en: 1) 10 estímulos de encendido por segundo x 100s = 1000 estímulos de encendido de campo por intervalo; 2) un número igual de estímulos de apagados de campo; 3) una presencia total de CEM de 50s. Cuando el ciclo de trabajo fue del 100% solamente hubo un estímulo de encendido de campo y un estímulo de apagado de campo, y hubo una presencia de CEM durante 100s. En los estudios de comportamiento, el campo eléctrico fue aplicado en pruebas consistentes en periodos de 2 segundos, cuando se aplicaba un campo pulsado (50% de campo de trabajo, 10Hz de tasa de repetición) y un periodo de control de campo libre de 10s.
Fuerza de campo
El campo eléctrico aplicado fue significativamente distorsionado por el cuerpo del sujeto, dando como resultado fuertes faltas de homogeneidad en el campo circundante al sujeto. Para superar el problema de la medición del campo externo, usamos las leyes de Maxwell para calcularlo en cada punto de proximidad del sujeto. El sujeto fue modelado como un compuesto eléctricamente aislado de sólidos rectangulares, representando el tronco y las extremidades inferiores, y elipsoidales, representando la cabeza. La conductividad asumida fue 1S/m. El campo eléctrico total en cada punto estuvo determinado por VAC = 100 usando análisis de elementos finitos consistentes en aproximadamente 106 elementos; una malla más detallada fue automáticamente generada en la región capital (Multiphysics, Comsol, Los Angeles, CA, USA). El pico exterior del campo eléctrico fue de alrededor 1000 V/m (Figura 1); el campo medio fue de alrededor de 300 V/m alrededor de la cabeza, y menos de 50V/m alrededor del cuerpo. El pico y el promedio de la fuerza de campo y la duración de exposición fueron mucho menores de los niveles generalmente reconocidos como capaces de producir efectos psicológicos en sujetos humanos. [11].
El campo eléctrico exterior resultó en un campo eléctrico interno inducido en el cerebro en concordancia con leyes físicas. La fuerza del campo eléctrico cerebral inducido fue comparable al inducido por la energía de frecuencia los campos eléctricos y magnéticos ambientales.
Respuestas somáticas
Un campo pulsado (50% de ciclo de trabajo) fue aplicado durante 100s en diez intervalos de exposición independientes. Los controles fueron diez intervalos de exposición simulada (sham) de 100s durante los cuales un campo no fue aplicado. El orden de los intervalos de campo y de simulación fue determinado al azar. Las condiciones ambientales durante la exposición de campo y la de simulación fueron idénticos exceptuando que los cables que llevaban el voltaje a los platos fueron desconectados durante los intervalos de simulación. Al final de cada intervalo el sujeto fue preguntado por un entrevistador desconocedor de si el campo había sido o no aplicado y se le pidió que describiera cualquier síntoma que hubiera desarrollado durante el intervalo, tanto si los síntomas habían persistido o no durante el periodo de entrevista. Se pidió al sujeto que utilizase los términos descriptivos que ya había empleado. Siempre que el sujeto afirmaba tener síntomas, el comienzo del siguiente intervalo fue retrasado hasta que esos síntomas hubieran remitido.
Utilizamos un campo pulsado porque esperábamos que tendría como resultado una respuesta sintomática más fuerte comparada con la de un campo continuo [9, 14]. Para comprobar este razonamiento, desarrollamos un segundo estudio para evaluar si el sujeto desarrollaba una respuesta sintomática diferencial a los campos pulsado y continuo. El sujeto fue expuesto real o simuladamente durante intervalos de 100s, e inmediatamente después de cada intervalo fue entrevistado, tal y como se describe más arriba. Se aplicaron, un campo simulado (S), un campo continuo (C) (100% ciclo de trabajo) y un campo pulsado (P) (50% de ciclo de trabajo, 10 Hz) y el patrón de SCP fue repetido cinco veces. El sujeto desconocía el uso de diferentes campos electromagnéticos; desde su perspectiva los procedimientos del laboratorio fuera idénticos a los seguidos durante el primer estudio. El entrevistador era consciente de que los efectos de los campos C y P estaban siendo comparados, pero desconocía la secuencia real de los campos.
Respuestas de comportamiento
Consideramos la posibilidad de que cualquier respuesta sintomática pudiera ser resultado de los procesos combinados de conocimiento consciente (conscious awareness) de los campos electromagnéticos seguidos por una reacción de somatización basada en el temor a que los campos CEM fueran dolorosos. Enfocamos esta cuestión, determinando si el sujeto podría percibir conscientemente un campo cuando este fuera presentado en múltiples intentos (trials) independientes. Un campo que fuera de la misma fuerza y distribución espacial como el que había sido previamente aplicado (figura 1) en series de intentos cada uno de las cuales consistía en periodos de 2s durante los cuales se aplicaba un campo pulsado (50% de ciclo de trabajo, con una tasa de repetición de 10Hz) y un periodo de control de 10s libres de campo. Se emplearon ocho secuencias independientes, cada una con 30-50 intentos/pruebas (trials). En tres secuencias, la frecuencia fue de 60Hz, en dos fue de 1kHz, y en otras tres las frecuencias fueron de 10kHz, 100 kHz y 500 kHz respectivamente.
El sujeto sostenía una pequeña caja de plástico que contenía un timbre, un botón etiquetado con un “SI” y otro botón etiquetado con un “NO”. En medio de cada periodo de ON y OFF, el timbre emitió un tono de 4 kHz a 60 dB con una duración de 100ms, y el sujeto fue instruido para presionar el botón de SI o NO en el momento que oyese el tono, dependiendo de si tuviera o no cualquier sensación consciente de campo en ese momento. Empleando un instrumento virtual diseñado a tal efecto (Labview, National Instruments, Austin, TX, USA) determinamos el número de respuestas SIes y Noes en presencia y ausencia del campo en cada secuencia. Además, se utilizaron cuatro secuencias de simulación (con un mínimo de 30 intentos cada uno) durante las cuáles el campo no fue aplicado. El sujeto no tenía conocimiento alguno de que estaba siendo usado un patrón ON-OFF en las secuencias de campo o que algunas secuencias consistían en exposiciones simuladas.
Estadísticas
Las frecuencias de las respuestas somáticas y de comportamiento (behavioral) en presencia y ausencia del campo fueron evaluadas utilizando los test de chi-square (2 x 2 tablas) o la extensión Freeman-Halton del test de probabilidad exacto de Fisher (2 x 3 tablas) [15].

RESULTADO
Estudios Clínicos
El examen físico del paciente fue normal (unremarkable). La presencia de frecuentes despertares de sueño subjetivo, algunos con actividad motora no intencionada tal como espasmos musculares o sacudidas de pierna, provocaron preocupación clínica sobre un trastorno del sueño relacionado con el movimiento, parasomnia o epilepsia nocturna. La polisomnografía mostró gran fragmentación y discontinuidad del sueño (tabla 1), pero no hay evidencia significativa de respiración trastornada, epilepsia nocturna o atonía anormal relacionada con los REM. Se observaron movimientos periódicos en las extremidades, pero no parece ser una fuerza mayor de alteración del sueño.
24 horas de vídeo estándar acompañado EEG revelaron ritmos de fondo normales y de actividad no epileptiforme. El EEG realizado en presencia del uso de teléfono celular activo provocó dolor de cabeza en el lado derecho, pero no produjo EEG ondiformes anormales. La imagen RM reveló evidencia de displasia cortical en el lóbulo temporal derecho, y poligyria en el parietal derecho, ambos sin intervalo de cambio cuando se compararon con un estudio desarrollado 19 meses después. Las pruebas de laboratorio para problemas comunes metabólicos y endocrinos así como el conteo sanguíneo fueron normales (unremarkable).

Respuestas somáticas
La secuencia y características de los experimentos sintomatológicos y del comportamiento se muestran en la tabla 2.
La cuestión acerca de una relación entre la presencia del campo y la concurrencia de síntomas fue directamente conducida por medio de entrevistas realizadas al sujeto inmediatamente después de la exposición a intervalos de 100s de campo o de exposición simulada; tanto el entrevistador como el sujeto desconocían las condiciones de la exposición. Durante las entrevistas el sujeto relató un rango de síntomas incluyendo dolor localizado en la mandíbula, oído, o el lado de la cabeza, un dolor en la cabeza difuso, dolor muscular y tirones (twitching) en la cadera, en el cuello y en la espalda. En ocasiones, calificó los síntomas como “fuerte” o “suave” y algunas veces negó tener síntomas. Nosotros agrupamos los síntomas referidos para localizar el dolor de cabeza como “dolor temporal”, los nombrados como dolor de cabeza difuso como “dolor de cabeza” y los relatados como efectos musculares tales como “dolor o tirones musculares”. Otros síntomas que fueron mencionados menos están indicados explícitamente en (Tabla 3a). El sujeto refirió de forma consistente síntomas pronunciados que ocurrieron durante los intervalos de campo, particularmente en los intervalos 7, 13, 14, 15, y 18. En los intevalos de simulación 4, 6, 8, 16, 20 no refirió síntomas, dolor temporal débil en los intervalos 2, 3, 19, y dolor de cabeza débil en los intervalos 10 y 12. La distribución de los síntomas de campo y de simulación difieren significativamente (P<0.05) (tabla 3b).
En un segundo estudio, el rol relativo de la presencia de los cambios de campo electromagnético (número de encendidos y apagados Onset/OFFset) y de mantenimiento (steadyset) estuvo directamente conducida por medio de una entrevista realizada al sujeto inmediatamente después a los intervalos de 100s de exposición en los que tanto un campo pulsado como un campo continuo estuvo presente. El sujeto fue requerido en relación a sus síntomas de forma idéntica a la anterior y relató sus síntomas en para ambos intervalos de campo (tabla 4a). Los síntomas provocados por el campo pulsado fueron más intensos comparados con los del control simulado (P< 0.05) (tabla 4b); los síntomas provocados por el campo continuo no difirieron de los del control simulado (P = 0.16). El sujeto no relató síntomas en 4 de 5 intervalos simulados (intervalos 1, 4, 10, 13).

Respuestas de comportamiento (behavioral)
La posible influencia del conocimiento consciente de los CEM en el desarrollo de síntomas fue investigado evaluando si el sujeto podría percibir conscientemente el campo. Un total de 300 intentos (trials) independientes que abarcaban frecuencias portadoras de 60hz hasta 500khz se utilizaron; los controles consistieron en 150 intentos simulados. Los resultados no dependieron de la frecuencia portadora y consecuentemente los datos fueron combinados para el análisis (tabla 5).
El sujeto falló en responder al tono 7 veces mientras que el campo estuvo encendido y 7 veces mientras estuvo apagado, con un resultado total de 293 respuestas para cada una de las dos condiciones. No hubo respuestas falladas en los intentos simulados. La tasa general para las respuestas afirmativas en los intentos de campo fue de (51/586) x 100 = 8.7%. La ocurrencia de una respuesta afirmativa estuvo asociada significativamente con la presencia del campo (P< 0.05) (tabla 5a), pero la sensibilidad de las respuestas afirmativas fue baja ([32/(32+261)]x 100 =11% La tasa de respuestas afirmativas en los intentos simulados fue ligeramente más alta que la vista en los intentos de campo ([27/27309.9%]) (tabla 5b).

Discusión
Se requieren estudios de provocación apropiadamente controlados para establecer la existencia de hipersensibilidad a CEM y para comprender la importancia relativa de procesos psicológicos y no psicológicos en los síntomas mediados y observados. Necesitamos de una definición para trabajo de laboratorio de hipersensibilidad a CEM formulada en términos sintomatológicos que permita el reconocimiento de las reacciones hipersensibles cuando estas ocurren. En estudios de provocación anteriores se asumía que sujetos verdaderamente hipersensibles exhibirían más o menos los mismos síntomas en respuesta a provocaciones repetidas. La asunción condujo a diseños experimentales que implicaban promedios entre grupos de control y grupos expuestos, lo cual es un procedimiento estadístico inherentemente intensivo para detectar respuestas reales pero variables.  [3, 4]. La a(we sunción resulta particularmente inaplicable para la hipersensibilidad a CEM porque la variabilidad intra e inter subjetiva constituye su rasgo prominente [1, 2]. Nosotros definimos la hipersensibilidad como la ocurrencia de cualquier síntoma médicamente reconocido en respuesta a la provocación utilizando CEM ambientalmente relevantes; no existe requerimiento de que el mismo síntoma deba volver a ocurrir cuando la provocación CEM se repita. Esta definición evita el problema de enmascarar efectos y casa más apropiadamente los procedimientos de laboratorio con las características conocidas de hipersensibilidad  CEM [1, 2]. Hemos focalizado (el trabajo) en un solo sujeto y hemos empleado un procedimiento en el cual éste se sirve como su propio control. Al tiempo que controlamos artefactos, azar y somatización, se abordó la cuestión de si el sujeto mostró cualquier respuesta sintomática fiable a un CEM; la hipótesis alternativa era que ella no exhibiera síntomas de CEM provocados. Las condiciones de laboratorio fueron controladas de tal forma que un supuesto rol de proceso psicológico pudiera ser razonablemente identificado.
El sujeto desarrolló síntomas en asociación con la presentación de campo eléctrico pulsado significativamente más a menudo (P< 0.05) de lo que podría ser razonablemente explicado con base en el azar (tabla 3). Diversas consideraciones sugirieron que el vínculo estadístico era una asociación causal verdadera con CEM subliminales. Primero, el entorno ambiental del sujeto fue cuidadosamente controlado para evitar supuestos factores cofundadores. El test tuvo lugar en un entorno acústicamente tranquilo/silencioso y la presencia de CEM ambientalmente no controlados fue nula. Las condiciones ambientales durante los intervalos de exposición de campo y simulados fueron idénticas excepto durante los intervalos de exposición simulada, en un punto alejado y fuera del alcance visual del sujeto, los cables portadores del voltaje de los platos fueron desconectados. Un aspecto clave del procedimiento de nuestro laboratorio fue la eliminación de pistas sensoriales que pudieran servir como marcas conscientes de campo eléctrico que pudieran conducir a una reacción somatizada. Todas las precauciones apropiadas fueron tomadas para eliminar potenciales co-fundadores (causas co-fundadoras).  Segundo, la ocurrencia de síntomas estuvo significativamente asociada a el tipo de CEM (tabla 4). La respuesta sintomática estuvo asociada a CEM pulsado, el cual maximizó la ocurrencia del número de cambios transitorios en el CEM (off-on y on-off), no con la presencia del campo, como se esperaba sobre la base de estudios animales previos donde el asunto de la somatización era irrelevante [9]. Finalmente, en un estudio de comportamiento (behavioral) específicamente diseñado para evaluar la conciencia del campo, la tasa de respuestas afirmativas fue de 8.7%  y 9.9% para las condiciones de campo y simulación, respectivamente, lo cual no arrojó evidencia de un rol psicológico en el desarrollo de los síntomas del sujeto. Nosotros, por lo tanto, concluimos con un nivel razonable de certeza que la asociación causal que encontramos entre la presencia de CEM y los síntomas del sujeto estaba mediada por un proceso neuronal subconsciente. (We therefore conclude with a reasonable level or certainty that the causal association we found between the presence of the EMF and the subject’s symtpoms was mediated by a subconscious neural process) A pesar de que el azar era una explicación improbable para la asociación, esa posibilidad no podía ser excluida. La existencia del síndrome neurológica descrito aquí había sido previamente sospechada, pero no documentada.
El mecanismo de los síntomas del sujeto como dolor de cabeza, perturbaciones visuales y molestias musculares y óseas que sigue a la exposición a CEM es desconocido. Con base a la evaluación clínica, la actividad convulsiva intermitente no constituye una explicación creíble, a pesar de que un foco epiléptico más profundo con actividad convulsiva parcial pueda haber escapado a la detección de electrodos EEG superficiales. Los hallazgos anormales en la intervención médica del sujeto incluyeron la imagen RM anormal (displasia cortical y cambios poligíricos) y extensas discontinuidades y fragmentación del sueño puestas de manifiesto por el polisomnograma nocturno; la posible asociación de estos hallazgos con el síndrome de hipersensibilidad a CEM es desconocido.
Nuestra intención aquí era concentrarnos en la cuestión anteriormente no abordada de si la exposición aguda a CEM débiles podía producir efectos somáticos reales, pero no predecibles con exactitud, mediados por procesos no psicológicos. Dentro de las limitaciones del estudio concluimos que hemos demostrado el síndrome neurológico en el sujeto que hemos estudiado. La cuestión de si la hipersensibilidad a CEM es un problema de salud pública significativo no ha sido investigado aquí. Los CEM que hemos empleado nosotros eran equivalentes en fuerza y estructura de pulso a los CEM penetrantemente presentes en el entorno [1, 2], y nuestros resultados fueron consistentes con la posibilidad de que los CEM ambientales puedan directamente provocar síntomas clínicos. No obstante, la resolución de la cuestión de salud pública depende de una comprensión más profunda de cómo los campos electromagnéticos internos causados ​​por los campos electromagnéticos ambientales están relacionados con procesos fisiológicos, y del papel de los factores psicológicos y las comorbilidades en la población expuesta exacerbando los procesos resultantes en enfermedad.





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