Estimado lector: me complace publicar hoy la traducción de un artículo sobre EHS en el que se lucha teóricamente por hacer comprensibles la enorme variedad de datos, signos y síntomas científicamente disponibles y estudiados sobre Electrohipersensibilidad (datos que en ocasiones resultan aparentemente contradictorios y que en otras ocasiones son redactados y seleccionados para parecerlo), con el fin de despertar conciencias médicas, políticas y ciudadanas, individuales y colectivas sobre el padecimiento de este nuevo mal inducido, con tan diversas apariencias el cual, debido al continuo desarrollo y crecimiento de los niveles de radiación electromagnética legalmente aprobados, contra toda evidencia científica, a lo largo y ancho del mundo, posee desafortunadamente un gran potencial de crecimiento entre la población.
La investigación científica no siempre llega a las manos del profesional de atención primaria. Este blog pretende colaborar en la medida de lo posible facilitando traducciones en castellano de artículso internacionales recientes y significativos para la identificación de síndrome de EHS, que resulten útiles al médico y al paciente, (entre los cuales me incluyo).
Es muy de agradecer, dentro de los imperativos lingüísticos que exige la redacción científica, el tono utilizado por los autores, quienes han incluido repetidas alusiones a los flagrantes conflictos de interés que cierta ciencia, ciertos gobiernos, ciertos grupos económicos defienden, que tan gravemente perjudican los intereses y la salud general de los ciudadanos, llamando a los imperativos éticos que presiden el ejercicio de la profesión médica donde quiera que se de.
Desde aquí mi sincero agradecimiento.
En el texto aparece la referencia exacta de la publicación a la que éste pertenece.
También puede ser encontrado, por ejemplo, aquí.
Hipersensibilidad electromagnética:
¿realidad o ficción?
Stephen J. Genius*, Christopher T. Lipp**
Genuis SJ, Lipp CT, Electromagnetic
hypersensitivity: Fact or fiction? Sci Total Environ (2011), doi:10.1016/
j.scitotenv.2011.11.008
☆ There are no conflicts of interest. No
funding has been received for any part of this work. No existen conflictos de
interés. NO se ha recibido ninguna financiación para ninguna parte de este
trabajo.
⁎
Corresponding author at: 2935-66 Street, Edmonton Alberta, Canada T6K 4C1.
Tel.: +780 450 3504; fax: +780 490 1803.
E-mail address: sgenuis@ualberta.ca (S.J. Genuis).
*Universidad
de Alberta, Canada
**Facultad
de Medicina, Universidad de Calgary, Canada
RESUMEN: Mientras la
prevalencia de la telecomunicaciones inalámbricas avanzan por todo el mundo,
los profesionales de la salud se enfrentan al desafío de los pacientes que
informan de síntomas que dicen padecer relacionados con la exposición de
radiación de frecuencias electromagnéticas (EMR). Algunos científicos y personal
médico reconocen el fenómeno de la electrosensibilidad a EMR resultante de la
exposición común a cosas tales como sistemas inalámbricos, aparatos eléctricos
en casa y en el entorno laboral; otros sugieren que la hipersensibilidad
electromagnética (EHS) es psicosomática o ficticia. Varias organizaciones,
incluyendo la Organización Mundial de la Salud así como también algunos estados
están explorando cuidadosamente este fenómeno de cara a explicar mejor la
creciente prevalencia de síntomas debilitantes no específicos y multisistémicos
asociados con la exposición a frecuencias electromagnéticas no ionizantes.
Además de un conjunto de quejas fisiológicas, los pacientes diagnosticados con
electrohipersensibilidad también padecen profundos cambios sociales y personales,
imposibilitando su capacidad de funcionar normalmente en sociedad. Este artículo
ofrece una revisión de la escasa literatura sobre esta perpleja condición y
discute la controversia que rodea a la legitimidad del diagnóstico de la
electrohipersensibilidad. Asimismo, ofrecemos recomendaciones para ayudar a los
profesionales de la salud en el cuidado de las personas que adolecen de
electrohipersensibilidad.
PALABRAS CLAVE: teléfonos
móviles, electrosensibilidad, EHS, radiación electromagnética, hipersensibilidad
electromagnética, enfermedad relativa a la sensibilidad, inalámbrico.
“No todo a lo que nos enfrentamos puede ser cambiado.
Pero nada puede ser cambiado hasta que no nos enfrentamos a ello.”
James Baldwin
1.Introducción
En los primeros años del siglo XXI, se producen cada vez más informes
de individuos y grupos de personas que a lo largo y ancho del mundo se quejan de diversos síntomas clínicos
en respuesta a mínima exposición a niveles cotidianos de radiación
electromagnética (EMR). Algunos individuos experimentan dificultades relacionadas con sistemas inalámbricos, cuando utilizan teléfonos móviles o
inalámbricos, cuando están expuestas a algunos tipos de luz artificial o en
respuesta a otras diversas exposiciones a radiaciones electromagnéticas
comunes. Una vez que se han visto expuestos, estos individuos vulnerables a menudo
desarrollan una variedad de síntomas que implican a varios sistemas de órganos.
Aunque originalmente se pensó que podía ser algo de origen psicogenético, tales
síntomas están siendo referidos por un número cada vez mayor de individuos
anteriormente sanos (Hallberg and
Oberfeld, 2006) –fenómeno que ha generado una valoración más aproximada de los
orígenes de las quejas de hipersensibilidad electromagnética.
En este artículo, presentamos una revisión
de la literatura reciente en relación a la perpleja condición de la
electrohipersensibilidad junto con un la historia de un caso en la que se
detalla el desarrollo de la EHS y la subsecuente recuperación en una persona
que en lo demás es perfectamente sana. Presentamos consideración de aspectos
físicos, psicológicos y sociales de este desorden. Al tiempo que ofrecemos una
exploración de la polarización del debate que rodea la cuestión de la EHS,
aportamos también recomendaciones para mostrar cómo el personal médico podría
capacitar a los pacientes con EHS para recuperar su salud y mejorar su
bienestar.
2. Trasfondo
El surgimiento de las telecomunicaciones
inalámbricas en todo el mundo está provocando que mucha gente se cuestione si
las distintas frecuencias electromagnéticas pueden tener efectos adversos sobre
la salud humana. Es algo ampliamente aceptado que la radicación ionizante de
alta frecuencia de los rayos-X o de emisiones provinientes de materiales
radioactivos, son peligrosas, y que si pertenecen a niveles elevados de energía son
capaces de hacer daño a los humanos; (Ramirez et al., 2005; Brenner et al.,
2003); sin embargo, el impacto de la radiación no-ionizante en detrimento de los
humanos, no ha sido todavía ampliamente aceptado.
Una variedad de fuentes emiten EMR antropogénicas,
incluyendo líneas eléctricas de alto voltaje, teléfonos móviles, internet
inalámbrico, secadores, escáneres médicos CT, y núcleos radioactivos (Fig 1).
Mientras que la longitud de onda y
las frecuencias emitidas por estas fuentes varían, todas ellas tienen la
capacidad de emitir energía en forma de radiación electromagnética. La cuestión
para muchos científicos y grupos defensores de los pacientes, sin embargo, es
doble: 1) ¿Poseen algunas frecuencias de radiación no-ionizante capacidad para
causar efectos fisiológicos adversos?; y, 2) ¿Se convierten algunos individuos
en hipersensibles a esos niveles de radiación electromagnética que, de otro
modo, no son perceptibles?
Estas preguntas provocaron que la
Organización Mundial de la Salud formara una coalición internacional en 1966
para investigar el impacto de las EMR sobre la salud humana (World Health
Organization, 2011a). La coalición continua en el presente y dirige estudios
de investigación que se desarrollan en todo el mundo. Al tiempo que se da un
contínuo debate sobre el potencial de los efectos adversos para la salud de la EMR
no ionizante, parece darse una intrigante división. Hasta la fecha, la mayor parte de la investigación
desarrollada por investigadores independientes, no afiliados a gobiernos o a
industrias, sugiere que existen efectos potenciales serios provinientes de muchos tipos de exposiciones a EMR no ionizante; (Sage, 2007); la investigación
financiada por la industria y por algunos gobiernos parecen dar cabida a la duda
sobre ese daño potencial (Genuis, 2008). Las nuevas investigaciones, sin embargo, continúan descubriendo una variedad de secuelas potenciales como resultado a la exposición a EMR antropogénicas. (Genuis, 2008; Dodeet
al, 2011;. Dode,
2011;. Li et
al, 2011;. Marino
et al, 1977;
Kabuto et al., 2006)
incluyendo el hallazgo –recientemente
recogido por la revista Journal of the American Medical Association (JAMA)- de
alteraciones en el metabolismo de la glucosa cerebral en respuesta a
radiofrecuencias de teléfonos móviles (Volkow et al., 2011).
La legitimidad sobre la cuestión de la EHS
permanece igualmente en pugna entre las posiciones que defienden ambos bandos. Como la exposición glogal a EMR antropogénicas, que cuentan con informes de
hipersensibilidad como consecuencia, es un fenómeno sin precedentes en la
historia humana, es interesante trazar los hitos principales de la historia
no-contada de la EHS.
2.1.
Hitos históricos relacionados con la hipersensibilidad electromagnética
En los años 50’s varios centros en Europa del
este comenzaron a describir y tratar a cientos de trabajadores que presentaban
conjunto de quejas multisistémicas. Estos individuos generalmente eran
empleados en: 1) manufactura, inspección, operación o reparación de equipamiento relacionado con la transmisión
por microondas, y/o 2) el manejo de equipamiento de radiofrecuencias. La
constelación de las distintas quejas relacionadas con la salud de esas personas recibió el nombre de “Enfermedad de Micro
Ondas” y los individuos afectados a menudo presentaban síntomas como dolores de
cabeza, debilidad, alteraciones del sueño, inestabilidad emocional,
aturdimiento, incapacidades de la memoria, fatiga y arritmias (Sadchikova,
1960).
Esta cuestión emergente de salud pública
persistió durante los años 60 y 70 y los primeros informes de varias partes del
mundo comenzaron a detallar
hallazgos de investigación sobre los efectos para la salud de la
exposición a microondas y radiación de radiofrecuencias (Klimková-Deutschová,
1973; Glaser, 1971; Zaret, 1973; Frey and Seifert, 1968; Frey, 1970). La opinión pública comineza a
prestarse mayor atención al asunto gracias a libros como “The Zapping
of America”, en 1977 (Brodeur, 2000) y “Terminal Shock” en 1985 (DeMatteo,
1985) alimentando la preocupación creciente sobre los efectos adversos de la
exposición a EMR. A pesar de que la discusión científica sobre esta cuestión de
salud era escasa en la literatura médica, un neurocientífico sueco, el Dr. Olle
Johansson comenzó a documentar una constelación de síntomas, incluyendo quejas
de CNS, síntomas cardiacos, y cambios en la piel de los individuos expuestos a
varias fuentes de radiación no-ionizante. Como respuesta, se formó una
asociación sueca de electrosensibles (‘FEB
Föreningen för el-och bildskärmsskadade’) y se estableció un mandato para
apoyar a aquellos quienes llamaron a su condición “hipersensibilidad
eléctrica”. Para generar mayor
reconocimiento y apoyo, en 1994 el grupo difundió una nota de prensa exhortando
a individuos de todo el mundo a aunar esfuerzos para hacer
frente a este desafío de salud (Asociación Sueca para la Electrosensibilidad,
1994) -enfermedad a la que desde entonces se hace referencia como
hipersensibilidad eléctrica, hipersensibilidad electromagnética, sensibilidad eléctrica
o simplemente electro-sensibilidad.
La investigación clínica para comprobar la naturaleza fisiológica de esta condición comenzó en los años 90s. Rea et al. en 1991 informaron de que ciertos individuos hipersensibles ofrecían respuestas anormales a ciertas frecuencias EMR (en comparación a pruebas en blanco/ blank challenges) Diversos síntomas clínicos y una evaluación de doble ciego en el estudio de diversos parámetros fisiológicos confirmaron cambios pulmonares y cardíacos en algunos pacientes EHS (Rea et al., 1991). El trabajo en curso de Johansson y sus colegas ofrece evidencia confirmada de cambios dérmicos fisiológicos en respuesta a exposiciones de EMR en personas sensibles (Johansson et al, 2001;. Johansson y Liu, 1995) Con esta última observación, se introdujo una hipótesis en el mecanismo fisiopatológico de la EHS basada en la desgranulación teórica de células mastocitos en diversos tejidos -con la liberación de un espectro de mediadores tales como histamina - en respuesta a la exposición a EMR (Gangi y Johansson, 2000).
La investigación clínica para comprobar la naturaleza fisiológica de esta condición comenzó en los años 90s. Rea et al. en 1991 informaron de que ciertos individuos hipersensibles ofrecían respuestas anormales a ciertas frecuencias EMR (en comparación a pruebas en blanco/ blank challenges) Diversos síntomas clínicos y una evaluación de doble ciego en el estudio de diversos parámetros fisiológicos confirmaron cambios pulmonares y cardíacos en algunos pacientes EHS (Rea et al., 1991). El trabajo en curso de Johansson y sus colegas ofrece evidencia confirmada de cambios dérmicos fisiológicos en respuesta a exposiciones de EMR en personas sensibles (Johansson et al, 2001;. Johansson y Liu, 1995) Con esta última observación, se introdujo una hipótesis en el mecanismo fisiopatológico de la EHS basada en la desgranulación teórica de células mastocitos en diversos tejidos -con la liberación de un espectro de mediadores tales como histamina - en respuesta a la exposición a EMR (Gangi y Johansson, 2000).
En los primeros años 2000, estimaciones de la ocurrencia de EHS
comenzaron a dar fondo a estudios que estimaban la prevalencia de esta
condición en alrededor del 1’5% de la población de Sucia (Hiller et
al. 2002), del 3’2% en California, (Levallois et al., 2002) y del 8% en
Alemania (infas Institut für angewandte Sozialwissenschaft GmbH, 2003). Con la
creciente prevalencia de EHS y el aumento de interés por la investigación de
esta condición de la salud, la Organización Mundial de la Salud convino en formar un
grupo de trabajo y un encuentro internacional en Praga, 2004, para discutir
este aparente desorden (físico). A pesar de no reconocer una causa fisiológica
para la EHS, el grupo la definió cómo: “fenómeno en el que los individuos
experimentan efectos adversos sobre su salud mientras utilizan o están cerca de
aparatos de los que emanan campos eléctricos, magnéticos o electromagnéticos
(EMF’s)… Cualquiera que sea su causa, la EHS es un problema real y en ocasiones
debilitante para las personas afectadas.” (Mild et al., 2004). El debate en
curso sobre la veracidad de la aflicción de EHS ha surgido, sin embargo, debido
a que varios investigadores no han encontrado evidencias suficientes que apoyen
las afirmaciones sobre la naturaleza fisiológica de este desorden. En este
artículo, nos esforzamos en revisar la literatura sobre EHS para entonces
explorar las aparentes contradicciones sobre la evidencia en relación a la
etiología y la legitimidad del diagnósticos de EHS.
2.2. Visión general de la
hipersensibilidad electromagnética
En revisión, se conoce como EHS (electrohipersensibilidad) el fenómeno
según el cual individuos vulnerables experimentan síntomas de salud al estar
próximos a aparatos emisores de frecuencias ERM. Mientras que la mayoría de la
población no percibe ningún cambio en su salud en respuesta a la exposición EMR, un creciente número de individuos refieren padecer una variedad de síntomas
desagradables (Tabla 1) que atribuyen a la exposición a ERM. La EMR parece
actuar como provocador de alteraciones fisiológicas del cuerpo. El rango de
frecuencias asociadas con EHS está habitualmente dentro del espectro
electromagnético no-ionizante. (Fig 1)
Tabla 1
Signos y síntomas comúnmente
referidos, asociados con electrohipersensibilidad. (EHS).
Algunos signos y síntomas
comunes de hipersensibilidad electromagnética
(Havas, 2006; Johansson, 2006)
Dolor de cabeza
Dificultades del procesado de
pensamiento
Incapacidad de memoria,
Palpitaciones,
Desórdenes del sueño,
Malestar general,
Visión borrosa,
Debilidad, aturdimiento,
Malestar de pecho,
Dolor muscular y articular,
Tinitus,
Fatiga,
Náuseas,
Sudor nocturno,
Piernas cansadas,
Parestesias
Cómo entidad bioeléctrica, en el siglo
XXI el organismo humano está cada vez más expuesto a tres tipos generales de frecuencias
electromagnéticas no-ionizantes de origen antropogénico:
a) EMR de
extremadamente baja frecuencia de líneas eléctricas, electrodomésticos y
equipos electrónicos.
b) Polución
eléctrica: el funcionamiento de ciertos equipos electrónicos (tales como las tv
plasma, algunos electrodomésticos de energía eficiente, motores de velocidad
variable, etc.) tienen la habilidad de funcionar con señales de frecuencia
generalmente en el rango de 3-150kHz (muy baja, dentro de la porción de baja
frecuencia del espectro electromagnético), la cual fluye e irradia desde el
cable a las casas afectadas y a otros edificios. Esto ha sido denominado como
polución eléctrica o electricidad sucia. (Havas, 2006)
c)
Microondas
y emisiones de radiofrecuencia de aparatos de telecomunicación inalámbricos
tales como teléfonos inalámbricos, torres de telefonía, antenas, así como
torres de transmisión (Sage, 2007).
Algunos individuos
experimentan síntomas de EHS cuando son expuestos a EMR en rangos de frecuencia
extremadamente bajos; otros parecen ser más sensibles a frecuencias emitidas en
el rango de radiofrecuencia o de microondas. Además, algunas personas se quejar
de síntomas distintos en respuesta a diferentes frecuencias –tales como cambios
de humor, si son expuestos a un rango de frecuencia y malestar muscular y óseo,
con un rango de frecuencia diferente. Algunos parece tener respuestas sensibles
en todo el rango de frecuencias no-ionizantes, y un subgrupo manifiesta
sensibilidad con síntomas CNS y perturbaciones visuales en respuesta a
frecuencias naturales al componente de luz visible del espectro (Coyle 1995). También hay
investigaciones que exploran el vínculo entre algunos desórdenes auditivos,
tinitus, y la sensibilidad a ciertas frecuencias de EMF (Landgrebe et al., 2009).
Como resultado, síntomas desagradables pueden ocurrir cuando un
individuo vulnerable es expuesto a EMR producidas por objetos comunes tales
como, teléfonos móviles, electrodomésticos y señales de telecomunicación
(Havas, 2006). Fuentes adicionales de EMR algunas veces no tenidas en cuenta
son los motores, tales como hornos, varios tipos de equipo de vigilancia
electrónica (detectores de metales en los aeropuertos), así como maquinaria
industrial como diatermia médica (herramientas de cauterización) (Floderus et
al., 2002).
Hasta hace bien poco, el
diagnóstico de EHS no había recibido mucho apoyo de la comunidad médica, debido a
la falta de evidencia objetiva que apoyase el diagnóstico. En un esfuerzo por
determinar la legitimidad de la EHS como desorden neurológico, sin embargo, un
grupo de científicos y físicos desarrolló recientemente, un estudio de
investigación de doble ciego sobre el resultado de una provocación de EMR, el
cual fue seguidamente publicado en la Revista Internacional de Neurociencia (McCarty
et al., 2011). Los investigadores fueron capaces de demostrar objetivamente
reacciones somáticas de un paciente EHS en respuesta a la provocación de EMR
usando niveles típicamente encontrables en el entorno contemporáneo. Ellos
concluyeron que “la hipersensibilidad a EMF puede ocurrir como un bona fide síndrome neurológico
ambientalmente inducible” (McCarty et al., 2011).
Además, un estudio reciente por Havas et al., (2010) demostró
respuestas fisiológicas a exposición a EMR a dosis bajas en algunos individuos.
Se apreciaron cambios inmediatos y dramáticos tanto en la
frecuencia cardíaca y la variabilidad
del ritmo cardíaco en los participantes afectados con la exposición a microondas en niveles de sólo el 0,5% de los límites de las normas
canadienses y estadounidenses existentes
(Havas et al., 2010). Este estudio sugiere que algunos individuos pueden
experimentar síntomas cardiacos y desregulaciones del sistema nervioso autónomo
como respuesta patofisiológica a los estresores electromagnéticos.
2.3. Patogénesis de la hipersensibilidad
electromagnética
Como sucede con otras dolencias multisistémicas
tales como la sensibilidad química múltiple, la fibromialgia y el síndrome de
fatiga crónica, la patogénesis exacta de la EHS no ha sido completamente entendida.
Evidencias emergentes sugieren, sin embargo, que el aberrante proceso biológico
para desarrollar EHS ocurre a través de un intrigante mecanismo patofisiológico
(fig 2) referido como dolencia relativa a la sensibilidad (SRI) (Genuis, 2010a;
De Luca et al., 2010). Además, evidencias recientes han demostrado un potencial
para la producción de la disrupción de la catecolamina en respuesta a EMR que puede afectar al organismo humano de muchas
maneras.
a) Dolencia relativa a la sensibilidad/sensitivity related illness (SRI)
SRI describe una respuesta patofisiológica a la bioacumulación de
materiales extraños originando desde varios fuentes potenciales tales como
químicos tóxicos, implantes quirúrgicos, infecciones, materiales dentales, y
compuestos radioactivos. Los mecanismos por los cuales el cuerpo se convierte
en hiper-reactivo a hipersensibilizado a la energía electromagnética puede
comenzar con un agente tóxico no relacionado en absoluto o por agresiones
múltiples en forma de exposiciones a agentes exteriores. Esta senda hacia la
enfermedad ha sido denominada como TILT (Pérdida de Tolerancia Tóxica Inducida)
(Miller, 2001; Miller 1997).
Cuando se alcanza un umbral de bioacumulación
se consigue, el sistema inmune del individuo pierde su
respuesta adaptativa normal con inmunotolerancia y se
sensibiliza a la exposición de
estímulos aparentemente insignificantes y no-relacionados. Por ejemplo, un
estudio en Suecia encontró que personas con EHS tenían niveles
significativamente más altos de éteres difeniles polibromados
(PBDE) acumulados –contaminantes comunes muy persistentes
y hormonalmente activos,
utilizados como retardantes de llama y que se bioacumulan
en el tejido adiposo (Hardellet al., 2008).
(Hasta hace poco, estos compuestos habían sido rutinariamente aplicados rutinariamente, por ejemplo, en los colchones, para cumplir con las normas de regulación de fuego
y con la consecuente descarga de gases para el receptor dormido.)
En pacientes con TILT, la subsiguiente provocación del sistema inmuno
hipersensible por incitantes químicos o electromagnéticos precipita una
reacción clínica resultante de una respuesta bioquímica desregularizada desde
varios componentes del sistema inmune (Genuis, 2010a; Duramad et al., 2007;
Tracey, 2007). No está claro porqué algunas personas, después de desarrollar
TILT, desarrollan sensibilidad a químicos, a estímulos electromagnéticos o a
ambos. La naturaleza de la reacción está mediada por el único compuesto de la
carga de tóxico bioacumulado y/o a la huella bioquímica genética distintiva del
individuo (Genuis, 2010a). El consiguiente anticuerpo, citoquinas,
interleucina,
y la activación de quimioquinas por estímulos ambientales puede afectar varios sistemas de órganos, al sistema nervioso autónomo, la expresión genética, etc. –con resultado signos y síntomas anormales multisistémicos (Genuis, 2010a; Ashford and Miller, 1998). (Este fenómeno de activación ha sido mencionado como MATES: Minute Assorted Triggers Evoke Symptoms (Genuis, 2010a).
y la activación de quimioquinas por estímulos ambientales puede afectar varios sistemas de órganos, al sistema nervioso autónomo, la expresión genética, etc. –con resultado signos y síntomas anormales multisistémicos (Genuis, 2010a; Ashford and Miller, 1998). (Este fenómeno de activación ha sido mencionado como MATES: Minute Assorted Triggers Evoke Symptoms (Genuis, 2010a).
Aunque los
mecanismos patofisiológicos precisos de la respuesta de hipersensibilidad a EMR
no ha sido claramente delineada, la investigación reciente confirma que algunas
frecuencias de EMR pueden ejercer desregulaciones in vitro inmunes con un
incremento en la producción de citoquinas –un rasgo común de SRI (Stankiewicz
et al., 2010; Dabrowski et al., 2003). Además, el desarrollo de la
desregulación inmune asociada con SRI y EHS después de bioacumulación tóxica
parece implicar consideraciones genómicas. De Luca et al., (2010) descubrieron que algunas personas que
sufren de EHS pueden tener varios defectos en genes implicados en la
eliminación de tóxicos de su cuerpo. Estos genes serían responsables de
producir encimas antioxidantes/detoxificadoras tales como la glutathione-S-transferasas,superóxido
dismutasa, catalasa, transferasas
N-acetilo, citocromo 450 enzimas y otros
(Wormhoudt et al., 1999).
Como resultado, estas personas podrían tener inhabilitados ciertos mecanismos
detoxificadores dando con ello en una predisposición a la bioacumulación de
tóxicos.
b) Desregulación de
catecolamina
Otro mecanismo importante que
puede ser responsable de algunas de las manifestaciones de EHS implica una
disrupción y desregulación de la fisiológica de la catecolamina en respuesta a
EMR adversas (Buchner and Eger, 2011). Aunque los primeros informes sostuvieran
en 1977 que las frecuencias de EMR afectaban a la regulación del sistema
endocrino incluyendo a la función de la glándula suprarrenal (Marino et al.,
1977) investigaciones recientes destacan una dosis –relación de respuesta que
ocurre a niveles bastante más bajos de los establecidos para exposición a
radiación de radiofrecuencias técnicas (Buchner and Eger, 2011). Además, con la
exposición en curso –tal como la que acontece si vivimos cerca de una antena de
telefonía móvil- esta reacción patofisiológica puede implicar una biología de
alteración prolongada de norepinefrina, epinefrina, dopamina y feniletilamina
con implicaciones para la salud todavía desconocidas (Buchner and Eger, 2011).
Como estos componentes endógenos son bien conocidos por ser instrumentales en
varias acciones biológicas fundamentales incluyendo en la función del sistema
nervioso autónomo, neurotransmisiones y en las respuestas de estado de alerta al estrés,
no se sabe si la desregulación
provocada por la exposición adversa EMR puede estar implicada en la EHS y/o predisponer a los individuos vulnerables a una variedad de problemas de salud asociados con la catecolamina y la desregulación de neurotransmisores.
provocada por la exposición adversa EMR puede estar implicada en la EHS y/o predisponer a los individuos vulnerables a una variedad de problemas de salud asociados con la catecolamina y la desregulación de neurotransmisores.
Asimismo, se han propuesto otros
mecanismos patofisiológicos para el fenómenos de la EHS.
Costa et al., (2010) han presentado que el envenenamiento por metales pesados
tiene la capacidad de precipitar la EHS –dado que la EMR influencia a los metales
para ser re-movilizados en el cuerpo, posiblemente teniendo como resultado
síntomas sistémicos. También se ha sugerido que en el complejo entorno clínico
del siglo XXI, la EHS podría –en parte- implicar un juego multifacético entre
ciertos factores neurocognitivos de la psique del paciente (Landgrebe et al,
2008).
En revisión,
los mecanismos patofisiológicos de EHS no han sido plenamente aclarados. La
observación de que 1) los pacientes EHS son por lo general individuos
previamente sanos que han padecido una carga tóxica; y 2) que la EHS a menudo
remite cuando se consigue eliminar los tóxicos, sugiere que el mecanismo de
TILT puede figurar prominentemente en la etología de este complejo fenóneno
clínico. El rol preciso de la desregulación prolongada de la catecolamina en la manifestación
de EHS continua sin ser aclarado.
2.4.
Marcadores bioquímicos para la hipersensibilidad electromagnética
Sería
ventajoso clínicamente si hubiera un marcador patognomónico que reflejase un
mecanismo definido para el desarrollo de la EHS. Pero ese no es el caso. La
investigación en curso sigue identificando cambios dentro del sistema
inmunológico que podrían estar implicados en la desregulación inmune asociada
con la EHS. Por ejemplo, mientras que la rotura de los enlaces de ADN requiere por lo general la alta energía termal que se encuentra en la radiación ionizante,
Mashevich et al, (2003) encontraron que frecuencias muy bajas de EMR y
microondas pueden conducir a genotipos alterados en linfocitos humanos de ADN vía
estrés proteínico no termal. Además, evidencias recientes sugieren que la
reproducción del ADN y la mitosis pueden ser disrumpidas y formar proteínas
alteradas en presencia de EMR (Lin et al, 1997; Lin et al., 1998; Tsurita et
al., 1999; de Pomerai et al., 2000). Por lo tanto, anormalidades dentro de la
maquinaria celular pueden conducir a respuestas inmunes aberrantes. Sin
embargo, no ha sido identificado todavía ningún marcador bioquímico único para
EHS que refleje esos cambios subyacentes.
Además, el sistema inmunológico puede
convertirse en hiper-reactivo en respuesta directa a influencias desreguladoras
de otros sistemas de órganos tales como el CNS. Un artículo de D’Andrea et al., (2003) explica que las
frecuencias de microondas y radio son capaces de afectar a la fisiología del
sistema nervioso central. A través de una revisión de numerosos estudios de
laboratorio en humanos y animales, se mostró que las microondas afectan a la
permeabilidad de la barrera hematoencefálica ante drogas y hormonas de impacto,
niveles de cortisol en sangre, funcionamiento de la memoria, lecturas de
electroencefalograma (EEG), así como marcadores neuroquímicos (D’Andrea et al.,
2003; Salford et al., 2008). Sin
embargo, hasta este momento, no se ha identificado ningún hallazgo de
laboratorio consistente con el se determine objetivamente el diagnóstico de
EHS.
3. Manejo de
la hipersensibilidad electromagnética
Con el cuidado
apropiado, es posible mejorar considerablemente y restaurar el funcionamiento
normal de pacientes con EHS. Comprendiendo el camino de desarrollo del SRI,
teniendo como práctica el evitar “provocadores” y mayor exposición a tóxicos, e instituyendo
medidas terapéuticas adecuadas cuando sean necesarias, los pacientes mejoran
consistentemente. Una aproximación general ambiental al manejo de las
enfermedades relacionadas con la exposición, como la EHS, se representa en la
fig. 3 (Genuis, 2010a).
1.
Evitar
provocadores
2.
Restauración
bioquímica
3.
Eliminación
de la carga tóxica bioacumulada
4.
Mejora de la
salud y el bienestar
(Fig, 3. Enfoque de intervención
para manejar enfermedades relacionadas con la sensibilidad).
Pueden
encontrarse detalles de una aproximación para el manejo en otros artículos
(Genuis, 2010a; Genuis 2011), pero el enfoque general está resumido en las tres
siguientes fases:
a) Evitar provocadores
(detonantes) ambientales:
Para que disminuyan los síntomas, es necesario
para pacientes de SRI evitar elementos de provocación/incitación. Para
pacientes con EHS, deben estar vigilantes y evitar frecuencias de EMR que
enciendan sus síntomas. En la tabla 2 se hacen sugerencias de cómo la
exposición a fuentes comunes de EMF puede ser reducidas para personas con EHS.
Como resultado de la subyacente carga tóxica, sin embargo, muchos individuos
con EHS también experimentan síntomas en respuesta a provocadores químicos.
Esto también debe ser dirigido y conseguido para tener éxito. Varias jurisdicciones
han comenzado a establecer residencias y lugares de respiro seguros para
personas que sufren EHS.
b)
Remediar
el estatus bioquímico y nutricional del paciente
Una vez que el esfuerzo concertado está ya en funcionamiento para
evitar exposiciones, el siguiente paso implica remediar la bioquímica
nutricional del individuo. Mientras duran los estados de estrés crónico e
inflamación, el cuerpo rápidamente agota su almacenaje de los nutrientes que se
requieren para el normal funcionamiento de su maquinaria celular y de su
fisiología inherente. Se disponen de exámenes bioquímicos para evaluar el
estado bioquímico nutricional y deben diseñarse intervenciones para dirigir las
anormalidades específicas. Una detoxificación bioquímica puede ser óptima de
cara a proceder al paso final –disminución de la carga tóxica total que dio
comienzo con el problema de salud en primer lugar.
c)
Reducir
la carga tóxica
La carga total de tóxicos que sobrecargar el sistema inmunológico
debe ser reducida para disminuir la respuesta inmune hiperactiva y alcanzar un
óptimo estado de salud. Alguna investigación reciente esta empezando a
establecer vínculos entre tóxicos específicos tales como metales pesados y EHS
(Costa et al., 2010) pero es imperativo explorar la carga total que abarca el
rango de tóxicos potenciales incluyendo varios agentes químicos adversos,
implantes, ciertos materiales dentales, exposición suave y otras toxinas
(Genuis, 2012). Para algunos tóxicos, el evitar mayor exposición permitirá la
detoxificación espontánea del cuerpo y eliminar esos componentes; para algunos
tóxicos persistentes, tales como el cadmio, plomo,
compuestos perfluorados, y otros, puede ser necesaria
una intervención activa para reducir
la carga devengada de sustancia tóxica.
(Genuis, 2011; Genuis 2010b). Cuando la detoxificación se lleva a cabo de forma
efectiva y se evita exposición ulterior, los pacientes comienzan a recobrarse
consistentemente de sus problemas de hipersensibilidad.
3.1. Explorar desafíos
de salud asociados
El manejo de
todos los pacientes de EHS debe incluir una valoración general así como
investigaciones e intervenciones para identificar y dirigir todos lo que
determina su enfermedad. Tanto Dahmen como Hillert, por ejemplo, encontraron
que personas con EHS tenían una prevalencia elevada de disfunción tiroidea y
enfermedades hepáticas (Hiller et al., 2002; Dahmen et al., 2009). Los síntomas
de salud mental que a veces acompañan o resultan de EHS podrían responder a
terapia cognitivo-comportamental con mejoría de la depresión, ansiedad, fobias
y otros síntomas relacionados (Hiller et al., 1998; Rubin and Das, 2006).
Uno
de los mayores desafíos de la EHS en la calidad del sueño. Como la EMR adversa
se encuentra frecuentemente de forma inadvertida en los dormitorios proveniente
de fuentes tales como aparatos electrónicos, sistemas inalámbricos, y
posiblemente materiales metálicos de la cama (Hallberg and Johansson, 2010), el
sueño reparador a menudo resulta interrumpido. Los ritmos perturbados día/noche
y las interferencias del sueño a menudo
sobrevienen dando como resultado despertares retrasados, sueño diurno,
incapacidad de concentración y otras cuestiones semejantes. Cualquier programa
de tratamiento de EHS necesita examinar y dirigir los factores que puedan
incitar a perturbaciones del sueño (Hobbs, 2011).
3.2. Reentrenamiento
neuronal
En la
literatura científica hay un debate en curso sobre neuroplasticidad y la
capacidad innata del cerebro para ser reentrenado con la resultante
modificación de respuestas cerebrales establecidas (Berlucchi, 2011; Cioni et
al., 2011). Como resultado, ha habido una emergencia de intervenciones de
entrenamiento que procuraban modificar reacciones de hipersensibilidad en
pacientes con diversas condiciones relacionadas con la sensibilidad, incluyendo
EHS (Hooper, 2011). Los estudios científicos disponibles hasta la fecha sobre
la eficacia de esos enfoques de reentrenamiento neuronal son limitados, pero
algunos pacientes de forma anecdótica informan de que el reducir la carga tóxica
combinado con un intenso reentrenamiento de las respuestas patológicas del cerebro
rinden beneficios privilegiados.
3.3. Blindaje
de EMF
Reconociendo
que lo que provoca la EHS es la exposición a EMR, algunos pacientes intentan
bloquear la exposición a frecuencias dañinas dentro de sus casa o de su lugar
de trabajo por medio de blindaje (Less EMF Inc., 2011). Mientras que algunas frecuencias
de EMR pueden ser bloqueadas de inmediato por medio de diversos materiales,
otras fuentes de EMR de origen antropogénico tales como las ondas magnética de
baja frecuencia son más difíciles de bloquear. Por el momento, no hay
disponible ningún informe científico sobre el impacto de estas técnicas de
blindaje en pacientes de EHS, pero de forma anecdótica algunos individuos afirman
mejoría. La cuestión del blindaje, sin embargo, puede ser compleja ya que la
exposición también puede ser afectada por la reflexión dentro del entorno
blindado, de forma que EMR adversa puede ser contraproducente en el dominio
supuestamente protegido (Torrens, 2008).
3.4. Técnica
de conexión a tierra
Una técnica sencilla de eficacia incierta
implica la descarga a tierra de carga eléctrica acumulada por medio del contacto del paciente EHS
a tierra (Chevalier et al., en prensa). Esta modesta práctica implica tomar
contacto con los pies a tierra o sobre otra superficie conductiva (por ejemplo,
una hoja de metal) la cual está en contacto directo con la tierra. A pesar de
que se requiere más investigación científica para determinar la credibilidad de
este enfoque, algunos pacientes con EHS incapacitante refieren beneficio
clínico y alivio provisional de los síntomas utilizando esta modalidad. Se
requiere precaución, sin embargo, ya que tomar tierra en un área de líneas
eléctricas soterradas o en proximidad de otras fuentes eléctricas actuales
desviadas a tierra podría agravar los síntomas.
Presentamos la historia de un caso de
consideración para ilustrar los desafíos y los posibles resultados exitosos
asociados al manejo de esta condición.
4. Historia de caso de hipersensibilidad
electromagnética
Una mujer, madre de dos niños,
casada, previamente sana, bien educada y altamente activa de 35 años de edad
notó una caída abrupta en su salud y su capacidad de funcionar en las tres semanas
posteriores a la mudanza que tuvo lugar después de una reforma de su casa. Desarrolló una
progresiva fatiga, dolor muscular, caída cognitiva, ansiedad, incapacidad de
memoria no característica –hasta el punto de olvidar recoger a sus hijos de la
escuela elemental en múltiples ocasiones. A pesar de haber visto múltiples
físicos y de haberse sometido a extensas pruebas y tests (incluyendo MRIs y
Cts) sus síntomas empeoraron hasta el punto de experimentar continuos sudores
nocturnos, nauseas, dolores de cabeza severos, debilidad muscular, mialgias y
pérdida de unas 20lb de peso. No se encontró ninguna explicación y recibió un
conjunto diagnóstico que incluía alergias, malestar psicosomático, esclerosis
múltiple temprana y síndrome de fatiga crónica.
Era notable, sin embargo, que cuando ella viajaba fuera de su nueva
casa, sus síntomas mejoraban llamativamente y sólo volvían con plena fuerza
cuando regresaba a su casa. Preocupada por si podía estar experimentando una
reacción adversa al entorno de su casa, limpió a fondo las instalaciones e
instaló purificadores de agua y aire, al tiempo que hizo un esfuerzo por comer
bien siguiendo una dieta equilibrada. A pesa de sus esfuerzos, los síntomas
fueron a peor. Desesperada, buscó ayuda de otros profesionales de la salud y comenzó
a considerar la idea de la posibilidad de ser sensible a EMR en su casa.
Con observación vigilante,
hizo una clara conexión entre sus síntomas y la exposición a numerosos objetos
eléctricos en su entorno. Sus síntomas eran peores cuando estaba cerca de luces
fluorescentes, microondas, y electrodomésticos de cocina. A pesar de limitar su
exposición a estos aparatos, sin embargo, sus síntomas nocturnos de náuseas,
fiebre, escalofríos, temblores y vómitos persistieron; siempre que pasaba una
noche en un motel, los síntomas remitían.
Además de sus propias cuestiones de salud, ella notó síntomas crecientes de
enfermedad en otros miembros de la familia. Sus hijos desarrollaron
dolencias respiratorias no remitentes, así como infecciones de
oído y garganta por las que necesitaron repetidas intervenciones del médico; su
marido también desarrolló dificultades respiratorias, incluyendo una neumonía.
Cuando buscaron la causa que originaba todos estos problemas de salud, ella
notó un número de exposiciones químicas relacionadas con la exposición química a escapes de gas relacionados
con las recientes reformas y,
en particular, descubrió una mancha
suelo, que había sido mal terminado y que liberaba un fuerte exceso de gases. Con la
preocupación por el impacto potencial de esa continua liberación de gases debida a la renovación de la casa, además de una fuente de alimentación 200A de su hogar y la proximidad a una estación-generador de energía, decidieron trasladarse a
un entorno con menos EMF y exposición química.
Al mudarse a
una casa más vieja cerca de una reserva natural, sus síntomas comenzaron a
mejorar, pero no se resolvieron por completo hasta que tomó medidas para
reducir la cantidad de EMR de su nuevo entorno –medidas como cambiar las
conexiones de internet a cable y apagar todas las conexiones eléctricas de electrodomésticos
no necesarios durante la noche. Su salud mejoró subsecuente y notoriamente, y
fue capaz de retornar a las actividades normales incluyendo montar en bicicleta
con su familia, patinar y salir a dar caminatas. Trece años después, su salud
continua estable y es capaz de vivir una vida activa normal, pero toma
constantes medidas para evitar exposiciones químicas y acusadas de EMF.
Se ha
formulado la hipótesis de que este individuo previamente sano experimentó una
carga tóxica y un TILT consecuente después de mudarse a su casa renovada con varias
exposiciones a químicos. Le sobrevino una hipersensibilidad a EMR con el
resultado de una miríada de síntomas –que permanecieron cuando evitó EMR.
Después de una nueva mudanza y de la evitación de mayor y ulterior exposición,
la carga de su cuerpo disminuyó al ser espontáneamente eliminados los tóxicos
por mecanismos endógenos. Como resultado de la disminución de la carga total de
tóxicos, su SRI disminuyó lentamente al apaciguarse su TILT y su
hipersensibilidad a provocadores electromagnéticos se resolvió.
5. Consideraciones sobre calidad de vida
Para individuos que padecen
EHS, hay un número de cuestiones que afloran consistentemente. Uno de los
desafíos principales de la EHS es la naturaleza imperceptible de las EMR para
otras personas sanas. La ausencia de estímulos perceptibles inclinan a los
físicos, familiares, amigos, jefes y compañías de seguros a clasificar los
síntomas de EHS como psicogénicos o psiquiátricos en su origen (Rubin et al.,
2010; Kanaan et al., 2007; Das-Munshi et al., 2006; Rubin et al., 2011). Como
resultado, pacientes con EHS con frecuencia experimentan ridículo y rechazo
eventual o desconsideración por su sistema de apoyo usual. Este resultado común
tiene un profundo impacto sobre muchos aspectos de la vida incluyendo el
empleo, la vivienda, la atención sanitaria, economía así como tiene un profundo
desarrollo en las dimensiones social, emocional y psicológica de la vida
(Parsons, 2011).
5.1. Impacto social
La EHS ha sido descrita por
pacientes como un “mal solitario”. Debido a la prevalencia de EMR por todas
partes en los entornos urbanos contemporáneos, la EHS causa que los pacientes
experimenten aislamiento social extremo. Los serios síntomas los confinan en su
casa. Aventurarse a salir de compras por centros comerciales, librerías,
teatros, hospitales y oficinas de médicos a menudo es precario debido a la
prevalencia de routers inalámbricos, teléfonos móviles, antenas, y otras
fuentes de EMR. Además muchos pacientes a menudo no son capaces de volver a
estar en casa de miembros de su familia debido a cuestiones de EMR. Como
resultado, se produce gran estrés en matrimonios y familias –especialmente si
los miembros de la familia no quieren reducir la EMR en el entorno cotidiano.
Los pronunciados síntomas
físicos y psicológicos a menudo fuerzan a que los pacientes de EHS tengan que
tomar bajas médicas en sus puestos de trabajo y muchos los abandonan. La
incapacidad para participar en actividades de ocio de las que anteriormente
disfrutaban, así como de otras ocupaciones importantes empeora debido a la carencia de
empatía y la fractura de relaciones que se da con la familia, los colegas y los
proveedores de cuidados de su salud.
5.2.Impacto físico y
psicológico
Las personas con EHS
frecuentemente experimentan síntomas debilitadores que pueden afectar a cualquier
sistema corporal incluyendo el sistema nervioso central, sistema muscular y
óseo, tracto gastrointestinal y sistema endocrino. Los síntomas a menudo
conducen a estrés psicológico continuado y un intenso miedo a ser “golpeado”
por EMR donde quiera que vayan. Muchos pacientes se vuelven incapaces, debido a
ese miedo, -sabiendo que una señal inalámbrica invisible puede incitar mayores
síntomas en su cuerpo en cualquier momento y en cualquier lugar. Este miedo y
esta preocupación sobre cuestiones de salud irremitentes pueden tener un
impacto importante en el bienestar, hasta el punto de que individuos EHS
desarrollan fobia y desdén por la electricidad, con cierto deseo de escapar de
la civilización.
Encuestas transversales
realizadas en Suecia encontraron que personas con EHS expresaban tendencias
crecientes a la ansiedad y estados de hipervigilancia y estrés (Johansson et
al., 2010). Estos factores psicológicos pueden ser ulteriores mediadores para
otras enfermedades en personas con EHS y colocarlos en riesgo incrementado de padecer
otros desórdenes psicológicos relacionados (De Luca et al., 2010; Johansson et
al., 2010). Además, la falta de apoyo y aceptación de sus seres queridos a
menudo conduce a los individuos EHS a cuestionarse su propia salud y a estados
de baja autoestima. Finalmente, la carga tóxica subyacente asociada con EHS
hace vulnerables a los pacientes a otras condiciones relacionadas de la
sensibilidad tales como fibromialgia, síndrome de fatiga crónica y sensibilidad
química múltiple (Genuis, 2010a).
6. Debate sobre la legitimidad de la hipersensibildad electromagnética
A pesar de los crecientes informes en la literatura mundial de reconocimiento a
la EHS como entidad clínica legítima (World Health Organization, 2011a; McCarty
et al., 2011; Havas et al., 2010; Havas, 2000; World Health Organization,
2011b; Chemical Sensitivity Network, 2011) mucha gente sigue siendo escéptica sobre la
veracidad de la idea de que un sector de la población experimente enfermedad e
incapacidad como resultado de la intolerancia a niveles normales cotidianos de
EMR (Levallois, 2002). Algunos consideran que la condición de EHS es puramente psicosomática
(Rubin et al., 2010; Das-Munshi et al., 2006) –“un término “construido” por
hipocondríacos y practicantes de medicinas alternativas para explicar problemas
médicos inconexos” (National Post, 2011).
Esta postura está apoyada por el fallo de numerosos estudios a la
hora de probar una conexión entre las personas que se dicen EHSy tu actual
exposición a EMR (Nam et al., 2009; Mortazavi et al.,2007). De hecho, muchos de
los estudios muestran que personas que se autodenominan EHS eran más sensibles
a aparatos que no emitían EMR que a los que emitían verdaderas EMR (Frick et
al., 2005). En contraste con el trabajo de doble ciego más reciente que
confirma los cambios fisiológicos medibles en respuesta a la exposición a EMR
(McCarty et al., 2011), Rubin et al., (2011) encontraron que participantes
autodenominados EHS no tuvieron respuestas fisiológicas anormales a exposición
aguda a EMR. Atendiendo a veintinueve estudios o sencillos o de doble ciego en
los que expusieron a gente a EMR reales y simuladas, éstos informaron de que la
mayoría de los estudios no mostraron ninguna asociación significativa entre EMR
y síntomas consistentes en el participante que se autodefinía como EHS (Rubin
et al., 2011).
En segundo lugar, muchos pacientes EHS con disfunciones cerebrales
inducidas por EMR tienen síntomas de CNS que abarcan estado de ánimo, capacidad
cognitiva, percepción y comportamiento. La lábil naturaleza de esta condición
dependiente de las exposiciones que la provocan, hace tentador para el
escéptico etiquetarla como psicogénica. Como resultado de estos variados
factores, muchos clínicos, políticos y grupos de la industria han elegido
etiquetar la EHS como una enfermedad ficticia.
Después de revisar toda la
evidencia disponible, sin embargo, la OMS en 2004 difundió un folleto
identificando enfermedad multisistémica no-específica resultante de la
exposición a EMR como “hipersensibilidad electromagnética” (EHS) (World Health
Organization, 2011b). En Mayo de 2011 una coalición de científicos físicos se
encontraron con oficiales responsables del desarrollo de la Clasificación
Internacional de Enfermedades (ICD/CIE) en la OMS. La OMS expresó su disposición a considerar dar entrada
profesional y pública a la evidencia que apoya la
inclusión de EHS en
la versión 11 de la CIE que se
publicará en 2015 (Red Sensibilidad Química, 2011).
Varios gobiernos nacionales han reconocido
también la EHS como un problema médico emergente. Suecia (con alrededor de un
cuarto de millón de personas con EHS en 2004 (Johansson, 2006) clasifica la EHS
como incapacidad funcional (Johansson, 2006). Dando pasos para disminuir el
riesgo de exposiciones tóxicas –la etiología de fuente de SRI y EHS- la Agencia
de Químicos Sueca ha introducido recomendaciones en la forma de “Principio de
Sustitución”. Este informe recomienda:
“Si se pueden reducir los riesgos
para la seguridad y la salud del entorno y las personas reemplazando una
sustancia o producto químico por otra sustancia o por tecnología no química,
entonces esta sustitución debe ser efectuada” (Agencia de Químicos de
Suecia, 2007). Otras naciones también han comenzado a introducir
guías de actuación y legislaciones en relación a EHS. España, por ejemplo,
reconoce la EHS como una discapacidad permanente (Grupo Médico Jurídico, 2011),
mientras que la Comisión de Derechos Humanos de Canada incluye la EHS entre las
sensibilidades ambientales como discapacidad que debe ser acomodada bajo la
legislación federal canadiense (Sears, 2007a). Sin embargo, hasta la fecha,
debido a los resultados en conflicto de la investigación sobre EHS, la acción
legislativa y de salud pública ha sido lenta en muchas jurisdicciones.
¿Qué consideraciones podrían explicar potencialmente
las aparentes inconsistencias y contradicciones de los resultados y
conclusiones en estudio sobre la legitimidad del diagnóstico de la EHS?
6.1.Repuesta a
los desafíos relacionados con el diagnóstico de EHS
·
Falta de respuesta clínica a
EMR en alguna investigación: Individuos con EHS pueden ser sensibles a
diferentes frecuencias; no todas las frecuencias electromagnéticas son iguales.
Del mismo modo en el que personas con intolerancia alimentaria no son sensibles
a todos los alimentos y los pacientes sensibles a químicos no son sensibles en
la exposición a todos los químicos, del mismo modo los pacientes EHS no son
necesariamente sensibles a todas las frecuencias del espectro electromagnético.
Examinar a los pacientes EHS para identificar cambios fisiológicos por medio de
exposiciones a una frecuencia puede
omitir frecuencias a las que sí son sensibles –es equivalente a examinar a
personas con intolerancia alimentaria exponiéndolos sólo a un alimento o
examinar todas las atopias en un paciente sólo comprobando un antígeno.
·
Respuesta clínica fluctuante a
EMR en algunas investigaciones: Para aquellos individuos con SRI, los
niveles y la intensidad de intolerancia pueden variar a largo y corto plazo
(Genuis, 2010a; Ashford and Miller, 1998; Miller and Ashford, 2000). La
intensidad de respuesta puede fluctuar dependiendo de los cambios de nivel de
la carga total del cuerpo, de la dosis incitante, del estado inflamatorio
general del cuerpo, de detonantes concomitantes asociados, del uso de
productos o médicamente naturales, la salud general, estado emocional, y otros
determinantes variados.
·
Respuesta clínica retrasada a
EMR en alguna investigación: algunos cambios clínicos que siguen a
exposición incitada no son necesariamente inmediatos y pueden tener un comienzo
retrasado. Al igual que algunas respuestas inflamatorias pueden necesitar
tiempo para manifestarse, los exámenes clínicos inmediatos con propósitos
investigadores pueden no ser de confianza.
·
Resultados clínicos que
difieren en diferentes individuos: algunos estudios afirman desaprobar la EHS
utilizando un enfoque reduccionista de la evaluación del paciente que lo sufre.
Cada persona con EHS es un individuo único que funciona en un entorno complejo,
no una máquina en un laboratorio. Muchos de los estudios intentan crear un
entorno controlado, y trazar conclusiones –las cuales no son generalizables
para un entorno complejo donde individuos bioquímicos únicos con genomas
distintos existen, y donde una multiplicidad de determinantes interconectados puede
impactar en personas susceptibles.
·
Etiología psicogénica: Muchos pacientes con EHS han
sido capaces de recuperarse y mantener un estado de salud estable utilizando
intervenciones fisiológicas, sin terapias psicológicas. En otras palabras, la
corrección de patofisiologías, más que de patopsicologías, ha sido exitosa en la
mejora de su condición. Esto sugiere que puede haber una base patofisiológica,
al menos, para una porción de EHSs.
·
Carencia de evidencia objetiva:
A
diferencia de la hipertensión o la diabetes, donde marcadores clínicos
predeterminados y aislados determinan el diagnóstico, la EHS no es fácilmente
medible con criterios de cuantificación. Sin marcadores objetivos, algunos
profesionales de la salud tienden a desconsiderar el diagnóstico de EHS. La EHS
no ocurre por lo general en aislamiento –a menudo es un componente de un complejo
problemas de salud multisistémicos resultantes de un SRI (Genuis, 2010a; Dahmen
et al., 2009; Sears, 2007b). La EHS es un síndrome específico personal basado
en la carga ambiental total de una persona, sobre su salud general y sobre cómo
su química celular bioeléctrica única responde a EMR externas. Individuos con
EHS pueden tener deficiencias bioquímicas asociadas, bioacumulación tóxica e
polimorfismo genético individual que afecta a los procesos de detoxificaicón
celular, biología neurocognitiva, y otros factores determinantes de salud y
enfermedad (Landgrebe et al., 2008).
·
La EHS desafía a la experiencia
y parece no tener sentido: Como la mayoría de la gente no percibe la EMR
en su entorno, puede parecer contraintuitivo aceptar que algunos individuos
experimenten síntomas físicamente incapacitantes como resultado de la
exposición aparentemente accidental. Como resultado, muchos científicos y
personal médico no desean considerar la posibilidad de que ese tipo de
sensibilidad exista, y automáticamente asignan por defecto una atribución
psicogénica a la enfermedad. Resulta instructivo considerar que, sin embargo,
al igual que ciertos individuos vulnerables a la alergia a las nueces pueden
experimentar una anafilaxis que amenaza su vida por la exposición a minúsculas
cantidades cotidianas de nueces, algunas personas con EHS pueden desarrollar
respuestas debilitadoras a niveles cotidianos de EMR.
·
Cuestiones sobre conflictos de
interés: La
sensibilidad a factores ambientales tiene amplias implicaciones para cuestiones
relativas a aseguradoras, empleo, derechos humanos, responsabilidad,
iniciativas políticas, legalidad, política industrial, estilo de vida, etc.
–cuestiones con profundas implicaciones económicas. En ciencia y medicina, así
como en otras disciplinas, hay quien están tan íntimamente aliados con
intereses creados que parecen haber sido inoculados contra la verdad, en contra
de la investigación fidedigna, y contra los hechos observados (Michaels, 2008;
Moynihan, 2003). Sin importar cuán convincente sea la evidencia contraria, algunos científicos sin escrúpulos o
desinformados continúan sirviendo o representando los intereses creados que los
financian o las enrocadas ideas e ideologías que los impulsan (Michaels, 2008;
Angell, 2000). Se ha sugerido que quizás alguno de los hechos sobre EHS están
siendo ofuscados y que la evidencia ha sido manipulada para lentamente inculcar
dudas e impedir la regulación de la salud pública sobre exposición y asuntos
relacionados (Genuis, 2008; Michaels, 2008).
·
Precedentes históricos: la historia demuestra
repetidamente que un desorden que no cuadra con el paradigma científico
existente de una era concreta no se traduce automáticamente por la condición de
ser una entidad psicosomática o metafísica. Muchas aflicciones de la enfermedad
de Parkinson y de úlcera péptica se tuvieron inicialmente por psicológicas en lugar de por ser de origen
fisiológico (Pall, 2007; Marshall, 2002).
·
Traducción de conocimiento: la historia de la medicina
demuestra consistemente que la adopción de nuevo conocimiento en medicina
clínica es notoriamente lenta (Genuis, 2012; Genuis and Genuis 2006; Doherty,
2005; Grol and Grimshaw, 2003). Actualmente, la EHS es por lo general ignorada,
ridiculizada o negada prácticamente de la misma forma en que muchas otras
condiciones tales como colitis ulcerosa, migrañas, esclerosis múltiple y el
desorden de estrés postraumático fueron desconsiderados en el pasado (Pall, 2007).
7. Conclusiones
Durante los
últimos 50 años, se ha producido una revolución electromagnética antropogénica
con la difusión global de equipos electrónicos, sistemas inalámbricos, maquinas
eléctricas, así como penetrantes líneas eléctricas de alto voltaje y emisores
de telecomunicaciones; en los próximos 50 años comenzaremos a ser testigos de
las consecuencias de este desarrollo. Tenemos la responsabilidad ética de
definir el impacto de esa tecnología sobre el organismo humano y de desarrollar
metodologías para investigar y manejar las secuelas adversas.
Pacientes con
EHS experimentan signos y síntomas no específicos que afectan a múltiples
sistemas corporales, cuando son expuestos a ciertas frecuencias de EMR; muchos
son dados por incapacitados e
incapaces de funcionar de forma efectiva en sociedad. Sin embargo, se acumulan
evidencias de que muchos pacientes de EHS pueden ser tratados clínicamente con
éxito y pueden experimentar una recuperación sustancial. Las recomendaciones
generales para tratar a gente con SRI, incluyendo a EHS, implica reducir y
evitar provocadores ambientales, reparar el estado bioquímico y nutricional, y
disminuir la carga de tóxicos bioacumulados (Genuis, 2010a). Además, algunos
pacientes encuentran que terapia cognitivo-conductual y el reentrenamiento
neurológico son complementos útiles en el tratamiento del estrés psicológico y
en la adquisición de habilidades para superar la EHS.
Se requiere
más investigación para comprender completamente y en detalle la patofisiología
de la EHS y para aumentar las terapias actuales para mejorar lo que
experimentan los individuos que la padecen. Se requieren medidas de salud
pública, incluyendo educación comunitaria y una regulación gubernamental
apropiada en relación a la exposición ambiental a tóxicos químicos y EMR para
preservar la salud pública y para frenar la creciente incidencia de este
desorden médico que es posible prevenir. El “Principio de Sustitución” invocado
por Suecia, que requiere la adopción de las estrategias más sostenibles y de
menor riesgo, es un enfoque lógico para promover tecnologías innovadoras para
proteger la salud pública e individual.
Evidencias
recientes en la literatura científica sugieren que varias alteraciones
fisiológicas objetivas aparecen en varias personas que reclamar sufrir EHS
después de exposiciones a ciertas frecuencias de EMR (McCarty et al., 2011;
Havas et al., 2010). Como resultado, muchos científicos ahora reconocen que la
hipersensibilidad a EMR puede ser una condición médica debilitante que está afectando
a un número creciente de personas a lo largo y ancho del mundo. Mientras que
pacientes con EHS puede dar pasos para reducir la exposición a EMR, una vez que
reconocen la importancia de hacerlo, cada vez se necesita más personal médico
familiar con EHS y con el mecanismo SRI de mala salud (Genuis, 2010a) que los
diagnostique, asista y trate al floreciente número de individuos que lo sufren
y que padecen una falta total de explicación de sus síntomas. Al final, sin
considerar si uno elige creer o no creer que la EHS es un hecho o una ficción,
cada médico, cada proveedor ético de salud tiene la obligación de escuchar
sinceramente a sus pacientes, incluyendo aquellos con EHS, y de hacer todo lo
posible por mejorar sus síntomas.
Reconocimientos
Mi sincero agradecimiento
a Angela Hobbs por su amable asistencias y contribución al desarrollo de este
texto. También estamos muy agradecidos al Dr. Meg Sears y al Dr. Don Hillman
por sus inestimables recomendaciones al borrador final.
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